UNO Mayo 2022

UNO +1 Entrevista a Antón Costas por José Antonio Llorente

Entrevista de José Antonio Llorente a Antón Costas

Antón Costas (Vigo, 1949) es uno de los economistas españoles más relevantes. Es autor de una amplia obra dedicada a la política económica, las reformas institucionales, los procesos de liberalización y la coyuntura económica y política de España y Europa, y es catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona. Pero también ha tenido un destacado papel al frente de instituciones de la sociedad civil -fue presidente del Cercle d’Economia- y de organismos oficiales: hoy es presidente del Consejo Social y Económico del Gobierno de España.

En esta conversación repasamos algunas de las cuestiones que ha abordado en su último libro, “Laberintos de la prosperidad”: la relación potencialmente creativa y beneficiosa entre el mercado y el Estado, la necesidad de tener buenas empresas que creen buenos empleos, la transformación digital y ecológica bajo el amparo de los fondos europeos y, por encima de todo, los retos de forjar una economía inclusiva que él describe como “un nuevo contrato social centrado en los buenos empleos”.

 

En los últimos años, algunos grupos sociales no solo han perdido la prosperidad, sino que han perdido las expectativas de volver a encontrarla.  En su último libro, “Laberintos de la prosperidad”, usted ha hablado de renovar el contrato social para volver a encontrar esa prosperidad inclusiva. ¿Qué clase de contrato social necesitamos para reactivar la economía de una manera justa?

Necesitamos un contrato social que combine de forma equilibrada una economía vibrante e innovadora y una sociedad justa. Para ello este contrato social debe centrarse en crear buenos empleos, para más personas y en más lugares del país. De lo contrario, la falta de expectativas y oportunidades que sufren muchas personas, especialmente en pequeñas y medianas ciudades y en el mundo rural, nos llevará a una sociedad muy conflictiva y a una política polarizada y autoritaria. 

La idea de contrato social surge de la respuesta a la siguiente pregunta: ¿qué es lo que hace que una sociedad liberal, pluralista, con un sistema de economía de mercado funcione armoniosamente, que el crecimiento se concilie con el progreso social y que la democracia evite caer en la barbarie? Eso no se logra de forma automática con la economía de mercado. 

Se necesita un “pegamento” social, un compromiso moral y político de aquellos a los que les va bien con el sistema con aquellos que se arriesgan a quedarse atrás o, en muchos casos, en las cunetas de la falta de empleo y de ingresos para llevar una vida digna y educar a sus hijos. 

En el pasado ese pegamento fue el contrato social de la postguerra mundial, centrado en la redistribución y en la construcción de los tres pilares del actual Estado del Bienestar. Hoy, en la medida en que la desigualdad y la pobreza vienen principalmente de la falta de empleo o de los malos empleos, necesitamos un contrato social centrado en la etapa de la producción, en la que se crean los empleos y se fijan los salarios. También en la etapa de la pre producción, con una buena educación y formación profesional dual en la que las empresas tienen una responsabilidad fundamental e ineludible.

 

Quizá otra de las cosas que debemos renovar es la visión en forma de dicotomía del Estado y el mercado. Debemos imaginar nuevas formas de cooperación entre el estado y el mercado, entre el sector público y el privado. ¿Cómo ve usted esa relación?

Esa dicotomía es maniquea y profundamente perturbadora. En una sociedad liberal, mercado y Estado no son mecanismos rivales, sino complementarios. El desarrollo económico moderno no se puede explicar sin el juego combinado de ambos. Pero tampoco solo con ambos. La prosperidad tiene un tercer pilar: la comunidad. Recientemente, Raghuran Rajan, prestigioso economista de la Universidad de Chicago y ex presidente del Banco de la India, ha publicado un libro en el que intenta explicar las causas del profundo malestar y polarización existentes en Estados Unidos. El propio título es ilustrativo de la tesis que sostiene:  “The Third Pilar. How Markets and the State Leave the Community Behind”. También en España hemos olvidado en los últimos treinta años a aquellos que a lo largo del territorio se quedaron dañados y relegados por las consecuencias de la desindustrialización. Tenemos que volver a dar oportunidades y expectativas de progreso a las comunidades que viven en pequeñas y medianas ciudades y en el mundo rural. Para ello necesitamos políticas industriales, de innovación y desarrollo centradas en las comunidades. No es tarea fácil, pero es esencial si queremos volver a reconciliar crecimiento con progreso social.

En una sociedad liberal, mercado y Estado no son mecanismos rivales, sino complementarios.

También hay otro par de ideas que durante mucho tiempo hemos visto como una dicotomía y seguramente no lo es: por un lado, la eficiencia económica. Por el otro lado, la justicia social. Ahora sabemos que ambas cosas pueden y deben ir de la mano.

La idea de que una sociedad más equitativa solo se puede conseguir al coste de reducir la eficiencia de la economía es otra dicotomía de uso frecuente en el debate público y político, que ahora sabemos que es falsa. Cuando estudié la Licenciatura en la facultad me hicieron leer y aprender la llamada ley de Okun: un economista norteamericano muy preocupado por la desigualdad que, sin embargo, se encontró con la sorpresa de que los datos que pudo manejar en los años setenta del siglo pasado decían que había una relación inversa entre sociedad justa y eficiencia económica. Es la famosa imagen del pastel, si repartirlo mejor a riesgo de no crecer, o crecer para más tarde ver cómo se reparte mejor. Ahora, desde hace un poco más de un lustro, utilizando mejores datos y técnicas estadísticas de las que pudo utilizar Okun, sabemos que no es así: una sociedad más justa da lugar a una economía más eficiente, innovadora y productiva. Creo que es una verdadera “epifanía”, una revelación muy importante y aún poco conocida. 

 

Y una parte del problema a solucionar es el del empleo. La generación de buenos empleos por parte de buenas empresas. ¿Cómo conseguimos recuperar los buenos empleos cuya ausencia es una de las causas de la sensación de malestar que tienen partes relevantes de la sociedad?

Comprometiéndonos con la creación de buenos empleos, para más personas y en más lugares del país. La pregunta es: ¿Quién crea empleo? En primer lugar, las buenas empresas. Tenemos que promover y fomentar la existencia de buenas empresas. Para ello tenemos que fortalecer la capacidad innovadora y la productividad del amplio tejido empresarial en muchos casos liliputiense y del sector terciario. En segundo, la cantidad de empleo depende también de una buena gestión de la demanda agregada de la economía, especialmente en las etapas de recesión. En la recesión de 2008 gestionamos mal, con la llamada “austeridad”, y el empleo y la actividad económica se hundieron en el pozo negro de la depresión durante cinco años, algo inaudito. En la recesión pandémica de 2020 gestionamos bien, el empleo no se desplomó y la actividad económica se recuperó rápidamente. Tenemos que sacar buenas lecciones de estas dos experiencias. Cada vez que en los últimos treinta años hemos gestionado mal las crisis, y permitimos que las recesiones durasen muchos años, hemos añadido una capa más de desempleo de larga duración. Espero que ahora hayamos aprendido para no volver a hacerlo.

 

Ahora, tras la pandemia, entramos en una fase que esperamos que sea de recuperación económica, aunque la guerra de Ucrania lo dificulte en gran medida. Pero además coincide con dos enormes transformaciones: por un lado, la ecológica y, por el otro, la digital. ¿Qué retos y qué posibilidades ve en ese doble proceso?

Al coincidir con una nueva era de guerra y conflicto geopolítico prolongado y de inestabilidad en las cadenas globales de suministros y de fuerte alteración de los precios de materias primas básicas, tendremos que encontrar equilibrios adecuados entre los procesos de digitalización y descarbonización y asegurar la continuidad de la actividad económica y el empleo. 

Son momentos para recordar aquella máxima de San Agustín en sus “Confesiones” cuando le pedía al Señor que “le concediese la castidad, pero no ahora mismo”. Con la descarbonización nos va a suceder algo parecido.  La idea de una digitalización y una descarbonización “justa” es potente, aunque no fácil de lograr. Vuelvo a insistir en la necesidad de políticas centradas en los lugares que atiendan especialmente a los impactos territoriales de la descarbonización y que no nos ocurra lo que sucedió con la desindustrialización de finales del siglo pasado. 

Respecto a la digitalización, las nuevas tecnologías se pueden utilizar para sustituir empleos humanos o para mejorar la capacidad de innovación y productividad de las personas. No hay fatalismo en esto. Depende de la orientación que le demos a la dirección del cambio tecnológico. A mi juicio, lo fundamental es lograr rápidamente la alfabetización digital básica del conjunto de la población.

La decisión de crear los fondos europeos “Next Generation” es un “momento hamiltoniano” de la UE.

¿Qué opinión le merece el despliegue de herramientas europeas novedosas, como los fondos europeos? ¿Cree que suponen la muestra de que hemos aprendido de lecciones pasadas y de que podemos hacer las cosas de manera más imaginativa?

La decisión de crear los fondos europeos “Next Generation” es un “momento hamiltoniano” de la UE. Con esta expresión hago referencia a Alexander Hamilton, primer secretario del Tesoro de EE. UU. en el Gobierno de G. Washington, que logró la comunitarización de la deuda de los Estados después de la Guerra de la Independencia, la emisión de la primera deuda federal y la puesta en marcha de políticas industriales, de innovación y desarrollo que forjaron esa gran nación que es hoy Estados Unidos. 

Pienso que los fondos Next Generation UE, la emisión de deuda europea y las nuevas políticas industriales y de innovación estratégicas son ese “momento hamiltoniano” de la UE. Una vieja máxima clásica dice que nunca hay vientos favorables para el que no tiene rumbo. Los fondos “Next Generation” son un viento favorable extraordinario para la transformación de la economía privada y el sector público español. Ahora hace falta que fijemos bien el rumbo de esa transformación. 

 

Al final, la pregunta siempre es: ¿Cómo podemos utilizar la economía, las ideas económicas, las herramientas que nos da, para el bien común?

Mis maestros en la Facultad, en particular los profesores Fabián Estapé y Ernest Lluch, me enseñaron que, bien utilizada, la economía es una palanca extraordinaria para el bien común. Así lo creo. Los gobiernos pueden hacer mucho y bien para el bienestar de las personas. Y la combinación de una economía dinámica y vibrante con una sociedad justa es la mejor combinación para volver a civilizar el capitalismo, reconciliándolo con el progreso social y la democracia. Es una gran tarea pendiente. Y creo que lo podemos hacer. Como lo hicieron nuestros padres y abuelos después de la Gran Depresión de los treinta y la Segunda Guerra Mundial: con un nuevo contrato social centrado ahora en los buenos empleos. 

 

Antón Costas
Presidente del Consejo Económico y Social de España.
Ingeniero Técnico Industrial y Economista. Catedrático de Política Económica en la Universidad de Barcelona. Autor de “El final del desconcierto. Un nuevo contrato social para que España funcione”, “La nueva piel del capitalismo”, “La torre de la arrogancia. Políticas y mercados después de la crisis” y “La crisis de 2008: de la Economía a la Política y más allá”. Es columnista de los diarios El País, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. En la vertiente empresarial, es miembro de los Consejos de Administración de Laboratorios Reig-Jofre, Banco Mediolanum, Grupo Bodegas Terras Gauda y Barnaclínic. Pertenece también a los Consejos Asesores de Grupo Hotusa, Roca Junyent Abogados, Ingeus y Knowleged Sharing Network (KSNET). Además, ha sido Defensor del Cliente de Endesa (2000-2005) y Presidente del Consejo Asesor de Endesa en Cataluña (2005-2012). En la vertiente institucional ha sido Presidente del Cercle d’Economia (2013-2016) y de la Fundación Cercle d’Economia (2018-2021). [España]
José Antonio Llorente
Socio Fundador y Presidente de LLYC / EE. UU.- España
Como especialista en comunicación corporativa y financiera, a lo largo de sus más de 25 años de experiencia, ha asesorado numerosas operaciones corporativas –fusiones, adquisiciones, desinversiones, joint ventures o salidas a bolsa–. Es el primer profesional español que ha recibido el SABRE de Honor por la Consecución Individual de Objetivos Extraordinarios –SABRE Award for Outstanding Individual Achievement–, un premio de ámbito europeo otorgado por The Holmes Report. Durante diez años, trabajó en la firma multinacional Burson-Marsteller, donde fue Consejero Delegado. Actualmente es miembro del Patronato de la Fundación Euroamérica y de la Junta Directiva de la Asociación Española de Accionistas Minoritarios de Empresas Cotizadas. También pertenece al Consejo Asesor de la Pyme de la Confederación Española de Pequeña y Mediana Empresa, a la Junta Directiva de la Asociación Agencias de España y al Consejo Asesor del Executive MBA en Dirección de Organizaciones de Servicios Profesionales organizado por Garrigues. José Antonio es Licenciado en Ciencias de la Información, rama de Periodismo, por la Universidad Complutense de Madrid, y especialista en Public Affairs por Indiana University of Pennsylvania y The Henley College. @jallorente [España / EE.UU.]

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