UNO+1 Entrevista a Cristina Garmendia por José Antonio Llorente
“Los tiempos complejos, como los actuales, son los mejores para los emprendedores”, dice en esta entrevista Cristina Garmendia, una mujer con una trayectoria única. Ha creado empresas como Ysios Capital o Genetrix, vinculadas a la inversión en las ciencias de la vida, fue Ministra de Ciencia e Innovación en el Gobierno de España y hoy su imagen pública está muy vinculada a su presidencia de la Fundación COTEC para la Innovación, una organización sin ánimo de lucro que ha acuñado una valiosa fórmula para entender los cambios que viven nuestras sociedades: “Innovación es todo cambio (no solo tecnológico) basado en conocimiento (no solo científico) que genera valor (no solo económico)”.
En esta conversación hablamos de emprender en tiempos inciertos, de innovar en la empresa y la ciencia, de las semejanzas entre los dos ámbitos, y del peso que el conocimiento y la educación tienen en una sociedad como la nuestra, que vive con una gran sensación de vulnerabilidad pero tiene también motivos para ser optimista si sabe aprovechar el talento, el pensamiento crítico, la empatía, el trabajo en equipo, el liderazgo y la aplicación transversal del conocimiento. Toda una invitación a gestionar la incertidumbre.
¿Cómo puede ayudarnos la innovación en tiempos de incertidumbre?
Las crisis son cambios bruscos que provocan incertidumbre y la respuesta a la incertidumbre solo se produce con más cambios, en la manera de afrontar los problemas, de pensar soluciones y de actuar. Lo vivimos en carne propia y a escala planetaria con la pandemia de la COVID-19. El mundo se detuvo hasta que aparecieron las vacunas. Pero no fue solo eso. Surgieron incontables problemas: en la organización del trabajo, el sistema educativo, la distribución de bienes de primera necesidad, en nuestra manera de relacionarnos, etcétera, y todos ellos encontraron una respuesta en la innovación. Precisamente, a reflejar esto dedicamos el Anuario 2021 de Informe Cotec. Y el Anuario 2022, que acabamos de presentar, trata de cómo la innovación ayuda a combatir la desigualdad, que es otro de los grandes problemas de nuestro tiempo. Conviene recordar que en Cotec definimos la innovación como todo cambio (no solo tecnológico) basado en el conocimiento (no solo científico) que aporta valor (no solo económico). La innovación es siempre conveniente, pero en tiempos de incertidumbre es imprescindible.
La ciencia opera muchas veces por medio de la duda, la prueba y el error… ¿qué lecciones puede sacar el mundo empresarial de esa manera de obrar?
La ciencia y los negocios comparten más cosas de lo que parece. En las dos actividades la mayor ventaja se adquiere explorando territorios poco frecuentados —en las fronteras del mercado y del conocimiento— y en ambas llegar el segundo, por lo general, no tiene medalla, de ahí que sean ámbitos tan competitivos. Pero al mismo tiempo, en ambos campos la complejidad y la dimensión de los esfuerzos es creciente, y esto da ventaja a quien coopera y colabora. También comparten cada vez más el mismo método, que no depende solo del ensayo y el error, sino de aprovechar acertadamente la experiencia y la intuición. Aunque mi formación es científica, mi carrera profesional se ha desarrollado sobre todo en el mundo de los negocios. Lo más importante que mi formación científica ha aportado a mi actividad empresarial es probablemente la exigencia del rigor, la constancia, la importancia de tener muy claros los objetivos, el valor del trabajo en equipo. Eso aplica por igual en el laboratorio y en el despacho.
Buena parte de la incertidumbre que sentimos procede precisamente de los avances tecnológicos. ¿Qué confianza debemos depositar en la tecnología y qué limites debemos ponerle en este contexto?
En esto es importante diferenciar las percepciones de los datos. Lo explico con un ejemplo. En Cotec llevamos muchos años observando el impacto de la automatización sobre el empleo. Nuestras encuestas de percepción dicen, año tras año, que la mitad de la población cree que la tecnología destruirá más empleo del que genere, mientras que la otra mitad, piensa justo lo contrario. ¿Qué nos dicen los datos? Nos dicen que el problema no está en la cantidad de puestos de trabajo que destruya o cree la tecnología, sino en la calidad del empleo y en la polarización laboral. Esto, que hace años planteábamos como hipótesis, ya lo tenemos medido con datos. En las economías más desarrolladas y automatizadas, la proporción de trabajadores en ocupaciones de salarios medios está disminuyendo con respecto a los dos extremos de la distribución salarial, las ocupaciones de baja y alta remuneración. Es decir, el peligro que corremos es la desaparición de la clase media. Pero el peligro no viene del desarrollo tecnológico, sino de la falta de políticas que nos ayuden a aprovechar las oportunidades que ofrece la tecnología. Hace año y medio llevé personalmente a la presidenta del Congreso de los Diputados más de 135 000 firmas de apoyo a una campaña que lanzamos en change.org desde Cotec. La campaña, #MiEmpleoMiFuturo, partía de un vídeo que suma solo en Youtube más de dos millones y medio de visitas, y que pedía a los parlamentarios que debatieran sobre el futuro del empleo. Todavía no nos han hecho caso, pero por el bien de todos espero que no tarden, porque el problema es cada día más evidente.
Cotec es, en parte, un observatorio de la I+D+I en España. ¿Cómo cree que esa faceta de la actividad empresarial se está adelantando a los grandes riesgos e incertidumbres que enfrentamos?
Las grandes economías europeas respondieron a la crisis financiera de 2008 con más inversión en I+D+I, mientras nosotros aplicábamos recortes. Llegó la recuperación económica y eso no supuso una reactivación inmediata de la apuesta por el conocimiento, lo que nos hace seguir a remolque del continente. Según los últimos datos del INE, correspondientes a 2020, aunque llevamos creciendo varios ejercicios seguidos, el sector público español todavía no ha recuperado los niveles de inversión y empleo en I+D previos a la crisis, al contrario que el sector privado. Todo esto va a cambiar con la llegada de los fondos europeos, siempre que estemos a la altura en capacidad de gestionarlos y ejecutarlos, que es algo que también siembra dudas. Sin un cambio estructural profundo, los fondos europeos pueden ser, como suele decirse, pan para hoy y hambre para mañana. Al conocimiento le sientan muy mal las evoluciones en dientes de sierra. Y desde luego, en nuestro país sigue pendiente un reto histórico, que es la colaboración público-privada, un tema que nos preocupa mucho en Cotec.
¿Cómo cree que afectará la incertidumbre económica actual a la inversión en investigación y desarrollo de las empresas?
En los datos del INE de 2020, los últimos disponibles, las empresas españolas acumulaban seis años seguidos de crecimiento. El sector privado invirtió ese año en I+D algo más de 8 800 millones de euros, un 9 % más que el máximo precrisis de 2008, y dio empleo a más de 100 000 personas, casi un 14 % más que el máximo precrisis de 2010. Veremos qué nos dicen en noviembre las cifras del INE sobre 2021, pero es muy probable que el impacto negativo de la pandemia se vea compensado de forma holgada por el hecho de que el año pasado fue el primero en que se implementaron los fondos europeos Next Generation EU. En Cotec tenemos un modelo propio para anticiparnos a los datos oficiales y predecir la evolución de la inversión en I+D en España. Lo hemos desarrollado con ayuda del Ceprede (Centro de Predicción Económica) y Eva Senra, profesora de Economía de la Universidad de Alcalá, que además es miembro de la red de expertos Los 100 de Cotec. Nuestro indicador adelantado dice que la inversión en I+D del conjunto de los agentes económicos españoles creció en 2021 cerca de un 8 %. Si esto se confirma, será la primera vez que superemos los 16 000 millones de euros anuales de inversión en conocimiento. El modelo prevé, de hecho, una inversión próxima a los 17 000 millones, superando en 1 000 millones a 2020. Esto, evidentemente, también incluye al sector privado. Para entender esta previsión tan positiva en un año marcado por la pandemia y las incertidumbres hay que volver a mencionar los fondos europeos. Y añado otro dato que analizamos en el Observatorio de Informe Cotec: uno de los indicadores que nos ayudan a construir el modelo de previsión es el número de afiliados a la Seguridad Social en empleos relacionados con la I+D. El pasado septiembre fueron más de 107 000 personas, 8 000 más que un año antes y 15 000 más que antes de la pandemia. Es muy significativo, por ejemplo, que la evolución del empleo en el sector del conocimiento supere a la del conjunto del sector servicios.
Últimamente Cotec también se ha ocupado de reflexionar sobre la educación y sus vínculos con la innovación. ¿Cómo puede la educación prepararnos para unos tiempos dominados por la volatilidad y la digitalización?
La educación ha sido un área prioritaria para Cotec desde 2015, cuando asumí la presidencia. Nos preocupa por igual educar en la innovación e innovar en la educación. La misión última de la educación no es prepararnos para hacer frente a un contexto determinado, de hecho, si mantenemos esa mentalidad, que es la actual, siempre llegaremos tarde, porque la educación funciona a largo plazo y para cuando una persona termina su formación, el contexto ha cambiado tanto que esta ha quedado desfasada, como está pasando. La misión de la educación, la manera de prepararnos para cualquier futuro, y más aún para el que se vislumbra ahora, marcado por la automatización y la volatilidad, es ofrecer herramientas básicas para sacar el máximo provecho a nuestras capacidades humanas: el pensamiento crítico, el trabajo en equipo, la empatía, la aplicación transversal del conocimiento, el liderazgo… Es decir, lo contrario de lo que hemos hecho durante décadas, que ha sido prepararnos para competir con las máquinas en aquello en lo que ya somos incapaces de superarlas, como el cálculo, las tareas repetitivas o actividades peligrosas. Ahora es clave potenciar aquello que nos distingue como humanos, en lo que los robots y los algoritmos nunca nos superarán. También es importante que la educación nos ayude a cerrar brechas sociales y garantizar la igualdad de oportunidades, y no solo por justicia social, sino porque el talento no entiende de distritos postales ni de clases sociales y no podemos desperdiciarlo. No podemos perder a un futuro talento de la medicina, de los negocios, del arte o de la política solo porque no recibe la formación adecuada.
Por lo que respecta al talento y a las nuevas formas de trabajo. ¿Qué dudas permanecen y qué innovaciones cree que se van a asentar?
Este año hemos presentado dos estudios independientes que responden en buena medida a esa pregunta, uno en colaboración con la Universidad Complutense y otro con la Fundación ISEAK. Ambos trabajos han analizado el mercado laboral español en los últimos veinte años y llegan a conclusiones complementarias. El estudio con la Complutense demuestra que desde inicios de siglo se ha generado empleo neto en ocupaciones con salarios bajos y altos, pero no en los tramos salariales medios. Los investigadores demostraron que están desapareciendo sobre todo empleos relacionados con tareas repetitivas o predecibles y, por tanto, fácilmente automatizables. La conclusión es que la nueva economía premia a los trabajadores más educados, desplaza a los trabajadores con una educación intermedia a trabajos con salarios más bajos y reduce mucho la presencia de trabajadores sin formación en el mercado laboral. El estudio con ISEAK, por su parte, describe cuáles son las competencias y las ocupaciones más demandadas en el mercado laboral español y cómo han evolucionado en los dos últimos decenios. Las conclusiones revelan un crecimiento de todas las profesiones de la rama de la informática, mientras que la mayoría de las ocupaciones relacionadas con operarios de la industria manufacturera están en declive. Al mismo tiempo, están en auge todas las ocupaciones del área de los cuidados y la inmensa mayoría de las profesiones científicas intelectuales, algunas con un crecimiento récord, como es el caso de matemáticos y estadísticos, cuya demanda se ha multiplicado por diez. Una conclusión interesante, en la que los dos trabajos coinciden, tiene que ver con el género: las mujeres —y en particular las jóvenes— están mejor preparadas que los hombres para afrontar el reto de una economía más automatizada. Esto se debe a dos razones: una, que al tenerlo hasta ahora más difícil se han preparado más y mejor, y otra, que han tenido que aceptar trabajos de poca cualificación y remuneración que ahora, en cambio, empiezan a estar en auge. En definitiva, el futuro nos va a exigir mucha recualificación y adaptación personal, acompañada de políticas públicas —educativas, de empleo, de innovación— para facilitar esta transición, y del compromiso y la flexibilidad de los agentes sociales
Por último, usted también tiene experiencia en la creación de empresas en sectores de alto valor, como la biotecnología. ¿El emprendedor siempre opera en la incertidumbre o estos son tiempos especialmente complejos para alguien que quiera emprender?
Los tiempos complejos, como los actuales, son los mejores para los emprendedores, y pienso tanto en los que cumplen sus objetivos como en los que fracasan. Vuelvo al ejemplo de la vacuna. El mayor desafío para la humanidad en décadas ha sido también el mayor éxito en innovación y un negocio extraordinario para los que llegaron primero. Es cierto que la historia solo la cuentan los vencedores, y que han sido muchos más los que han invertido infinidad de recursos personales y económicos sin alcanzar el éxito final, reservado para unos poquísimos privilegiados. Pero incluso para los que no llegaron a la meta el esfuerzo habrá merecido la pena, porque indudablemente saben ahora mucho más que antes para encarar su siguiente proyecto. De eso, además, de ese incremento exponencial de la competencia, en una sociedad y una economía basadas en el conocimiento, nos beneficiamos todos.