El renovado interés por América Latina: una oportunidad para reforzar la influencia de España en la UE
América Latina siempre ha sido una de las prioridades de la acción exterior española. Sin embargo, hasta la fecha, España no ha sido capaz de trasladar este objetivo a la agenda europea. La política de cooperación es un ejemplo representativo de ello: por un lado, América Latina ha venido siendo un objetivo central de la ayuda al desarrollo de España; por otro, España canaliza la mayor parte de la ayuda a través de la Unión. No obstante, el énfasis nacional en América Latina no se ha visto reflejado en la política comunitaria de cooperación, que ha tenido como prioridad la vecindad de la UE y el África subsahariana. El principal motivo es que, al menos hasta la fecha, España no ha conseguido hacer ver al resto de socios europeos la importancia estratégica de América Latina.
Podría argumentarse que el resto de Estados miembros tienen otras prioridades geográficas que impiden que América Latina se sitúe en el centro de la agenda. Otra explicación puede encontrarse en el hecho de que la influencia española en Europa ha sido irregular, incluso decreciente a partir de los 2000. Esto se une a la ausencia de una visión estratégica y de largo plazo en cuanto a las prioridades españolas en el seno de la UE, que vayan más allá de un europeísmo entusiasta y acrítico. El resultado es que España haya asumido una posición de policy taker, es decir, que aprovecha los beneficios de la integración, más que de policy maker, o influyente moldeador de la agenda europea.
El énfasis de España no se ha visto reflejado en la política comunitaria de cooperación. Al menos hasta la fecha, no ha conseguido hacer ver al resto de socios europeos su importancia estratégica
No obstante, en estos momentos de especial complejidad en el escenario europeo e internacional, existe la posibilidad de que, por un lado, América Latina gane posiciones en las prioridades europeas y, por otro, España consolide una mayor presencia e influencia en el seno de las instituciones europeas.
En primer lugar, la invasión rusa de Ucrania ha puesto de relieve que la posición común mantenida por Estados Unidos, la UE y Reino Unido no es compartida por otros grandes poderes, como Turquía, India o China. En este sentido, los socios occidentales se encuentran ante el desafío de buscar apoyo político en la condena a la agresión rusa. Asimismo, la guerra ha puesto de relieve la importancia de que la UE diversifique sus socios y reduzca las dependencias en sectores estratégicos como el energético.
Se trata de un reto especialmente complicado en el contexto actual, marcado por el giro del centro de gravedad de Europa hacia el Este y por el escenario internacional de incertidumbre y volatilidad
En este contexto, América Latina se posiciona como un socio atractivo. Por un lado, Europa y América Latina comparten fuertes vínculos históricos, culturales y políticos. Además, trabajar con América Latina será clave para alcanzar bienes públicos globales, como la lucha contra el cambio climático o la salud global. Asimismo, puede ser un aliado para reducir vulnerabilidades y diversificar dependencias en sectores estratégicos, avanzar en la consecución de objetivos en el marco de la agenda verde y la digital y abrir oportunidades en términos comerciales y de inversión. En cualquier caso, la UE afronta el desafío de competir con otros actores que también tienen intereses en la región. Por ello, la Unión debe ser capaz, no sólo de querer acercarse de manera unilateral a América Latina, sino de hacer ver a la otra parte los beneficios que conllevaría una relación más estrecha. Esto, sin duda, pasa por realizar avances tangibles en expedientes concretos como el acuerdo comercial con Mercosur.
En los últimos años, España ha sabido actuar con liderazgo y ambición en el marco de la Unión, revirtiendo décadas pasadas de una deslucida influencia. No obstante, ahora debe ser capaz de consolidar este protagonismo. Un reto especialmente complicado en el contexto actual, marcado por el giro del centro de gravedad de Europa hacia el Este y por el escenario internacional de incertidumbre y volatilidad, que obligan a la UE a redefinir sus prioridades y políticas, adoptando una actitud más proactiva y estratégica.
En este sentido, no cabe duda de que España cuenta con una posición privilegiada para servir como puente entre América Latina y Europa. Esto le permitiría reforzar su posición e influencia en el ecosistema europeo. Tras cuatro Presidencias rotatorias del Consejo en las que España situó a América Latina como una de sus prioridades, el semestre español durante la segunda mitad de 2023 es quizás la mejor oportunidad para dar una renovada importancia a la región latinoamericana en el debate europeo y, con ello, fortalecer la voz española en el seno de la Unión.