Medición del impacto social con el método SROI
Fue en el comienzo de este siglo XXI cuando empezó un grupo de economistas a ambos lados del Atlántico a intentar reenfocar uno de los paradigmas empresariales que se había considerado inmutable hasta el momento. Era éste que el valor empresarial está constituido tan sólo por el valor económico-financiero, y reflejado en que el objetivo único de la empresa es la obtención de beneficio. Sin embargo, los economistas mencionados empezaron a plantear que la empresa no sólo crea (o destruye) valor económico-financiero, sino que, al no llevar a cabo su actividad en compartimentos estancos y relacionarse, por tanto, con el mundo exterior, crea (o destruye) valor social y/o valor medioambiental. Así, la creación de valor social se da cuando la empresa interactúa con diversos grupos de interés tales como empleados, clientes, el Estado, o las comunidades de vecinos de los lugares donde opera. Y, más intuitivo, el valor medioambiental se refleja en el cuidado que ponga la empresa cuando hace uso de los recursos naturales.
El valor económico-financiero se mide a través de la contabilidad financiera, que es un juego de reglas más o menos aceptadas por todos los agentes económicos, y que llevan usándose varios siglos. Así podremos decir que una empresa determinada tiene un valor de “x miles de euros”, o que el valor de sus inversiones alcanza un volumen de y o z.
El método SROI puede ser de gran ayuda a la hora de medir la aportación que hace a la sociedad un determinado proyecto
Si bien el planteamiento en abstracto de este contra-paradigma parece sencillo de formular, no lo es tanto a la hora de plasmar sobre el papel qué valor damos a lo social y a lo medioambiental. Hemos visto que las reglas de valoración económico-financiera están más o menos perfiladas. Pero no es así en el ámbito del valor social y el medioambiental (en este artículo sólo nos referiremos al valor social). Puede parecer más o menos obvio que un proyecto empresarial crea valor social en forma de, por ejemplo, creación de puestos de trabajo en una zona con alto desempleo. Pero para la contabilización de este valor no existe una caja de herramientas como la que proporciona la contabilidad financiera para medir el valor económico-financiero.
El cuidado de los aspectos sociales es ya una parte estratégica de cualquier empresa que convive con el objetivo de la obtención de beneficio
Los economistas mencionados al comienzo de nuestro artículo, liderados por, primero Jed Emerson, en los Estados Unidos, y a continuación Jeremy Nicholls, en el Reino Unido, diseñaron un método que pudiera acercar al analista al concepto de valor social. El método se basa en el Análisis Coste-Beneficio, si bien se distingue de éste en que no sólo se utiliza por agentes externos al proyecto que quieren saber si una determinada inversión en el proyecto es viable o no, sino que además es una herramienta para que tanto gestores del proyecto como inversores tomen decisiones basadas en la optimización de los impactos sociales y medioambientales del proyecto. Este método llamado SROI, acrónimo del inglés Social Return On Investment o Retorno Social sobre la Inversión, describe cómo crea valor social un proyecto empresarial, y refleja el resultado en un ratio que pone en relación los beneficios sociales creados con respecto a la inversión necesaria para conseguir éstos. Así diremos que un proyecto empresarial tiene un ratio SROI de 3:1 si por cada 1 euro invertido en dicho proyecto se generan 3 de beneficio social. Entre las muchas ventajas que tiene este método, destaca superar la medición de lo puramente cualitativo que preconizan muchos métodos de valoración de proyectos sociales, para adentrarse de lleno en los aspectos cuantitativos.
La columna vertebral de un análisis SROI es el análisis de los grupos de interés (en inglés, stakeholders). La pregunta que deberemos plantearnos para elaborar un estudio de estas características es: ¿cómo han cambiado las condiciones vitales de nuestros grupos de interés como consecuencia de nuestra actividad?
El método se está aplicando con éxito desde hace varios años en países como el Reino Unido, Estados Unidos, Países Bajos y Australia. En nuestro país hay ejemplos de uso tanto en empresas convencionales como en empresas sociales o en prestación de servicios estatales.
El método SROI puede ser de gran ayuda a la hora de medir la aportación que hace a la sociedad un determinado proyecto. Especialmente puede ser de gran relevancia en estos momentos en los que la provisión de muchos servicios sociales por parte del Estado está, cuando menos, revisándose, debido a las dificultades de financiación existentes en los mercados financieros. Piénsese en la relevancia que podría tener poder describir la creación de valor social para una empresa que se presentara a un concurso público para proveer un servicio determinado. O la ventaja competitiva que tendría un proyecto a la hora de postular para conseguir financiación si se demuestra el valor de una determinada acción social.
El método no está exento de limitaciones como es, por ejemplo, la valoración de intangibles. Pero ello no debe disuadir a la empresa en su esfuerzo por superar el viejo paradigma y adaptarse a la nueva realidad, donde el cuidado de los aspectos sociales es ya una parte estratégica de cualquier empresa que convive con el objetivo de la obtención de beneficio.