¿Pueden las Comunicaciones Diplomáticas llegar a la Web 3.0?
Durante siglos, las relaciones entre naciones eran dominadas por gobiernos y autoridades nacionales (y en algunos casos particulares empresas de envergadura nacional). Los diplomáticos encargados de realizar estas responsabilidades elaboraron prácticas y un idioma propios de esta esfera que funcionan bastante bien. Incluyen por ejemplo las notas diplomáticas, la valija diplomática, el agree-ment del país receptor para nuevos embajadores y los privilegios e inmunidades necesarias para la conducción de temas a veces delicados. Además, los diplomáticos de todos los países comparten experiencias comunes –la incertidumbre de llevar su familia a lugares desconocidos, la amenaza del terrorismo, los desafíos de conquistar nuevos idiomas– que les unen y crean un ambiente familiar que facilita la comunicación oficial y las relaciones personales que duran décadas de vida profesional.
En las últimas tres décadas esta situación cambió mucho, particularmente en la última. El cambio más drástico y más importante es la participación de muchos nuevos actores en las relaciones entre países y pueblos. En parte, este fenómeno se debe a la maduración de sistemas democráticos en los cuales los ciudadanos influyen más en la elaboración de políticas nacionales y participan personalmente en acciones humanitarias que dejan huella en sus ideas sobre el papel de su país en el mundo. El otro elemento decisivo ha sido la difusión de más información por internet y el uso de varios foros para opinar y, crecientemente, para sugerir acciones y colaborar en solucionar problemas. El ejemplo más reciente es el rechazo mundial por medios sociales al secuestro de niñas en Nigeria por el grupo terrorista Boko Haram que motivó a varios gobiernos a mandar asesores a suplementar los esfuerzos del gobierno nacional.
El beneficio es una comunicación más auténtica y la habilidad de introducir más personalidad a audiencias nuevas
Los cambios mencionados anteriormente presentan para las cancillerías desafíos y oportunidades. Los desafíos incluyen escuchar e incluir más opiniones de fuentes no tradicionales en el proceso de formación de políticas nacionales pero también en proveer información confiable y relevante a estas nuevas audiencias. Canalizar productivamente nuevas ideas, información y ofertas de colaboración puede ser difícil para instituciones tradicionales que no están estructuradas para recibir estos insumos. Pero ofrecen también nuevas oportunidades para mostrar a públicos nacionales el valor del trabajo diplomático y su relevancia en sus vidas y la prosperidad nacional. Y la capacidad potencial de contar con los talentos y conocimientos de expertos en temas de interés nacional podría ser un apoyo importante para cualquier país.
La web 3.0 es otro de los muchos desafíos que tenemos que conquistar los diplomáticos
El estilo tradicional de comunicaciones públicas de cancillerías es bastante formal por razones entendibles. Cuando uno habla en nombre de su país, ser cauteloso es natural y hasta prudente porque las consecuencias de una frase infeliz son mucho más dramáticas y duraderas que para un ciudadano privado. Pero hoy no basta mantenerse dentro de las prácticas conocidas y cómodas. Es necesario entrar al campo popular –internet, los medios sociales, los blogs, YouTube, y texts– porque cuando hay interés público en un tema, alguien llenará un vacío. Mejor que sean los conocedores del tema que pueden contextualizarlo, explicar los intereses nacionales y las políticas empleadas para conseguir estos objetivos.
Aprendí mucho sobre esta nueva realidad en mi último destino como Embajadora de los EE.UU. en Perú entre 2010 y 2013. Comparto aquí algunas lecciones aprendidas. Hay que aceptar desde el principio el riesgo de que habrá momentos incómodos cuando quizás sale más información de lo normal o detalles normalmente mantenidos en reserva. El beneficio es una comunicación más auténtica y la habilidad de introducir más personalidad a audiencias nuevas y finalmente dar una nueva apreciación del mundo diplomático al público en general. Si logramos esto, los beneficios podrían ser numerosos e importantes en términos de más apoyo para la misión nuestra, mejores relaciones entre pueblos, y un mejor entendimiento de que las cosas que nos unen son muchas más que nuestras diferencias.
Es recomendable escoger como “spokesperson” para estos medios un miembro de la generación de los llamados nativos digitales, los que no conocen un mundo sin conexiones digitales. Una vez escogido su representante, hay que darle la libertad de innovar pero dentro de límites previamente acordados. Habrá temas tan difíciles o tan cambiables que sería mejor separarlos de esta actividad. Puede ser que en algún momento convenga dirigirse a los medios sociales sobre un tema controvertido pero este paso solo se tomará con la decisión del líder. También hay que identificar las audiencias de interés, los ambientes que habitan y desarrollar mensajes adecuados a estos medios. Por ejemplo, la declaración de prensa tradicional no funciona en Twitter. El mensaje puede ser el mismo, pero tiene que ser reformulado para que tenga cabida y buena acogida en este medio. Estos medios se prestan mucho a imágenes, sean fotos de sus actividades o videos hechos para diseminar información de interés general. En nuestro caso, tuvimos que capacitar a todos, yo incluida, a utilizar cámaras digitales y exigir que cada actividad resultara en varias imágenes. En unos meses era una práctica normal, natural y divertida incluso.
Más que todo, lo que hacemos como diplomáticos es aprender y adaptarnos a nuevos ambientes, situaciones, temas, y contextos. La web 3.0 –el conjunto de plataformas interactivas– es simplemente otro de los muchos desafíos que tenemos que conquistar. Hay todo un mundo allí. Sigue con o sin nuestra participación. ¡Imaginen como podemos contribuir a enriquecerlo!