Centroamérica y Estados Unidos: ni pesimismo, ni optimismo
Después de la elección del pre-sidente Donald Trump, Cen-troamérica ha pasado de un pesimismo exacerbado a un optimismo que debería basarse en hechos relevantes. Proponemos prudencia. A Gramsci se le atribuye la frase del Nobel francés, Romain Rolland, que parafraseada podría ser “soy un pesimista debido a mi razón, pero un optimista debido a mi voluntad”. En ese sentido, conviene ver con la razón la situación actual y con la voluntad atender el deber de buscar las oportunidades en ésta y en cualquier coyuntura. Para entender Centroamérica es importante precisar diferentes niveles y bloques. Por esa razón, es oportuno identificar los intereses políticos, económicos y sociales, según la pertenencia a los siguientes sub-bloques regionales:
- Triángulo Norte: Comprendido por Guatemala, El Salvador y Honduras. Estos países comparten una integración más profunda entre ellos hasta el punto de tener una política migratoria más flexible entre ellos. También comparten una preocupación fundamental por los altos indicadores de violencia, así como por la emigración hacia Estados Unidos a razón de ésta, y altos indicadores de pobreza. En esta zona, la Alianza para la Prosperidad es una vinculación de cooperación directa con Esta-dos Unidos para crear mejores condiciones de vida en la región.
- Bloque Costa Rica/Panamá: Ambos países se ubi-can al sur del istmo y com-parten una frontera. Son los Estados de la región que más rápido han avanzado en el desarrollo de una economía más competitiva y una institucionalidad pública más sólida.
- Nicaragua: Debido a su particular coyuntura interna no es posible clasificarle en alguno de los sub-bloques anteriores. La economía y la institucionalidad de Nicaragua se encuentran rezagadas en comparación con las de Costa Rica y Panamá; sin embargo, cuenta con indicadores de violencia mucho menores, en comparación con los del Triángulo Norte, facilitando el turismo y la inversión.
Conviene ver con la razón la situación actual y con la voluntad atender el deber de buscar las oportunidades en ésta y en cualquier coyuntura
Sumado a lo anterior, al Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) también pertenecen Belice (el único país angloparlante del istmo) y República Dominicana (único país del SICA que no está en el istmo), que no comparten tantas características e intereses comunes con el resto de países y, a su vez, están muy influenciados por la cuenta del Caribe.
LA ADMINISTRACIÓN TRUMP Y CENTROAMÉRICA
La llegada de la administración de Donald Trump preocupa a la región debido a la cercanía e in-fluencia de los Estados Unidos. Todo lo anterior se debe a que la retórica de la campaña de Trump se basó en la noción de que había que colocar los intereses de Estados Unidos sobre cualquier otro. Por otra parte, durante la administración Obama las relaciones fueron cordiales y estables. Ello permitió la consolidación de nuevas inversiones y una mayor visitación turística, a pesar de que los flujos comerciales fueron variables.
Sin embargo, durante sus primeros meses de gestión, el presidente Trump no ha dado señales de intentar cambiar la política exterior de Estados Unidos hacia los países de Centroamérica en términos generales, ni tampoco parece haber señales de cambios en la política que se estén gestando desde la región. Estados Unidos sí anunció que planea recortar los recursos destinados a cooperación internacional en la región, para priorizar en seguridad.
ASPECTOS ECONÓMICOS
Los países de la región centroamericana dependen de forma importante de la situación económica de Estados Unidos, debido a que éste es su principal socio comercial –tanto para inversión y turismo, así como para la exportación de bienes y servicios–. Una política comercial más proteccionista por parte de Estados Unidos se traduciría en una complicada situación para los países centroamericanos, solo profundizando las crisis de violencia y migración que se viven en varios de ellos.
Aun así, las autoridades comerciales de los países centroamericanos miembros del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR) –Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y República Dominicana– no han recibido informes de que sea intención de Estados Unidos modificar este instrumento y más bien apuestan por reforzar la seguridad jurídica. Lo mismo se espera para el caso del acuerdo comercial que mantiene Estados Unidos de forma separada con Panamá. Belice no cuenta con ningún instrumento de esta naturaleza y está más expuesto a las consecuencias de decisiones unilaterales.
Debe notarse que tanto el CAFTA-DR como en el tratado comercial con Panamá representan cifras bajas en relación al total del flujo comercial de Estados Unidos, al tiempo que a diferencia del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA), Estados Unidos más bien presenta superávit comercial, lo que para las políticas proteccionistas de la administración Trump no debería representar un riesgo.
Más allá del CAFTA-DR, otras medidas de política económica difundidas consisten en la imposición de tributos sobre las mercancías importadas impuestos a las empresas de outsourcing y la repatriación de compañías que realicen labores en zonas libres de impuestos fuera del territorio norteamericano. Esto, en conjunto con la pretensión de disminuir el impuesto corporativo de un 35 % a un 15 %, podría motivar la inversión local y el retiro del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP), que podría tener impacto sobre Centroamérica.
SEGURIDAD REGIONAL, FLUJOS MIGRATORIOS Y DERECHOS HUMANOS
La posición geográfica del istmo centroamericano favorece el flujo de personas y drogas hacia el norte, así como el de armas y dinero hacia el sur. En ese sentido, las decisiones internas de Estados Unidos en seguridad y política migratoria suponen que la región centroamericana debe adaptarse para hacerles frente.
La exclusión social y la pobreza generan fenómenos de migración donde las personas deciden movilizarse hacia zonas donde haya mejores oportunidades. Eso provoca una tensión importante en los países que reciben inmigración debido al choque cultural y a imaginarios que suponen que las personas extranjeras “se llevan el trabajo de las naciones” o “vienen a cometer crímenes”. Los países del Triángulo Norte son los más afectados por esta realidad.
Estamos obligados a buscar las oportunidades existentes en las relaciones con Estados Unidos, en medio de la incertidumbre que aún representa para nuestra región la administración Trump
En ese sentido, una política más activa de deportaciones podría provocar una reducción de las remesas que dan divisas a esos países. De igual manera, el refuerzo de la frontera sur de Estados Unidos puede provocar una reinvención de las organizaciones que se dedican al tráfico de personas y generar lesiones más serias a los derechos humanos de las que ocurren actualmente.
COOPERACIÓN
Con respecto a la cooperación, la administración Trump acaba de plantear un recorte sustancial a Centroamérica, con las ayudas al desarrollo y al fortalecimiento institucional que había potenciado el anterior Gobierno de Barack Obama. Comparando este periodo con el de 2016, Guatemala obtendría 80.7 millones de dólares, frente a 131.2 millones de dólares que recibió; Honduras se quedaría con 67.8 millones de dólares frente a 98.2; El Salvador con 46.3 millones de dólares, frente a 67.9 anteriores; Nicaragua recibiría 200 mil dólares, frente a 10 millones; Costa Rica obtendría 400 mil dólares frente a 1.8 millones; y Panamá lograría 1.2 millones frente a 3.3 millones anteriores. Estas reducciones pueden recibir oposición y lograr que no se concreten, pero demuestran una tesitura clara sobre la visión del nuevo Gobierno en estos temas.
LÍNEAS DE ACCIÓN PARA LAS EMPRESAS
En medio de esta coyuntura compleja es crucial que las empresas sean prudentes, procurando contar con información precisa y oportuna y evitando alimentar las decisiones corporativas con rumores o noticias periodísticas. Corresponde atender el consejo de una asesoría especializada en materia de asuntos públicos e internacionales para tener una luz informada que guíe el camino.
En Centroamérica, siguiendo a Barbara Ward: “Tenemos el deber de la esperanza”. Estamos obligados a buscar las oportunidades existentes en las relaciones con Estados Unidos, en medio de la incertidumbre que aún representa para nuestra región la administración Trump.