Cumbres Iberoamericanas: cultura, educación e innovación
Durante los últimos años, las Cumbres presidenciales se han puesto de moda en el marco de reuniones de los diversos organismos internacionales y mecanismos subregionales. Éstas, enfrentan el desafío de trascender alcanzando logros concretos que se conviertan en políticas públicas dentro de las naciones participantes. La XXIV Cumbre Iberoamericana tendrá este diciembre en Veracruz, México, la oportunidad de demostrar su vigencia en medio de un debate sobre su relevancia.
Con su creación en 1991, la Cumbre Iberoamericana representó el primer esfuerzo diplomático que reunió a los Jefes de Estado latinoamericanos con sus homólogos de España y Portugal; a partir de ese momento, han surgido una serie de mecanismos para la integración latinoamericana, entre los que destaca la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) y más recientemente la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Parte de la utilidad de las Cumbres Iberoamericanas, en un inicio, fue establecer un vínculo entre los países latinoamericanos y Europa a través de sus antiguas metrópolis; hoy, los países de América Latina y el Caribe, no sólo tienen su propio foro político, sino que han establecido una relación formal entre la CELAC y la Unión Europea.
La región ha evolucionado también en cuanto a aspectos democráticos y económicos. Los países de América Latina han dado pasos importantes, entre ellos, enfrentar con relativo éxito la crisis financiera mundial; sin embargo, las naciones latinoamericanas siguen luchando por alcanzar aspectos tan fundamentales como la erradicación de la pobreza y la desigualdad, una educación de calidad, la eliminación de la corrupción, el fortalecimiento de las instituciones y un desarrollo económico sostenible.
En este contexto, con una América Latina cambiante, la Cumbre Iberoamericana se ha visto obligada a enfrentar un proceso de transformación y adecuación a la realidad global. Entre estas transformaciones, destacan las propuestas para modificar la periodicidad de las Cumbres, con el objetivo de que se lleven a cabo de manera bienal, alternando con las cumbres CELAC-UE; el esquema de financiamiento, para que los países latinoamericanos aporten una porción más equitativa frente a España y Portugal; y el fortalecimiento de la Secretaría General Iberoamericana, para la creación de una estructura que integre los diversos organismos y esfuerzos iberoamericanos.
Con una América Latina cambiante, la Cumbre Iberoamericana se ha visto obligada a enfrentar un proceso de transformación y adecuación a la realidad global
Enrique Iglesias, primer Secretario General Iberoamericano, describe las Cumbres como la punta de un iceberg, que sin duda demuestra el interés de cada país por continuar participando, pero que tienen una profundidad mucho mayor que aquella que se observa a simple vista. El sistema Iberoamericano incluye una estructura que coadyuva al alcance de los acuerdos presidenciales.
Cabe destacar que dentro de este sistema existen cuatro organismos iberoamericanos –además de la Secretaría General Iberoamericana, hoy encabezada por la costarricense Rebeca Grynspan Mayufis– los cuales están especializados en diferentes temas: la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura; la Organización Iberoamericana de Juventud; la Organización Iberoamericana de Seguridad Social; y la Conferencia de Ministros de Justicia de los Países Iberoamericanos.
En seguimiento a los trabajos que éstos han realizado, y reconociendo el potencial que emana de los vínculos iberoamericanos, se han elegido como temas para la XXIV Cumbre Iberoamericana: la educación, la cultura y la innovación. El establecimiento de estos temas es precisamente lo que permitirá mantener la vigencia de estas cumbres frente a otros mecanismos multilaterales regionales.
La cultura es la base para la cooperación política y económica. Basta encontrarse fuera del país para sentirse identificado con las culturas ibéricas y latinoamericanas. Sin embargo, de esta identidad, que va mucho más allá de la lengua, tenemos todavía mucho más que desarrollar a favor de nuestras naciones. Existen muchos elementos culturales que nos unen, pero también diferencias que nos enriquecen. El mestizaje que comenzó hace cinco siglos continúa profundizándose a través de los múltiples movimientos migratorios tanto dentro de América Latina como desde ésta hacia España y Portugal. Según el Instituto Nacional de Estadística de España, existen 2 millones y medio de habitantes en España, nacidos en América Latina.
En este sentido, una propuesta de la cual se ha hablado pero no se ha concretado, y quizás la Cumbre en Veracruz pueda contribuir a ello, es el establecimiento de un programa de intercambio estudiantil y docente entre los 22 países miembros. Este programa, inspirado en el ERASMUS europeo, permitiría no solamente eliminar las barreras, sino promover el intercambio cultural, ampliando el conocimiento y las habilidades de quienes participan. Los intercambios académicos profundizan el sentido de ciudadanía global en los estudiantes y sus contactos con nacionales de países hermanos. Ésta sería una acción concreta mediante la cual se estrecharían los vínculos culturales entre las naciones y entre profesionales de diversas áreas de estudio.
Los intercambios académicos profundizan el sentido de ciudadanía global en los estudiantes y sus contactos con nacionales de países hermanos
Según datos de la Organización de las Naciones Unidas, de los 600 millones de latinoamericanos y caribeños, más del 26 por ciento son jóvenes entre 15 y 29 años. Claramente no todos ellos son estudiantes universitarios, pero al formar con un sentido global a aquellos que sí lo son, se contribuye al desarrollo de los países en aspectos tanto económicos como políticos y sociales. La desigualdad en el acceso al conocimiento, como ha expresado la Secretaria Grynspan, abre las brechas sociales y económicas más profundas. México tiene 20 convenios de cooperación o intercambio en materia cultural con los países que conforman el sistema iberoamericano, sin embargo, sólo se ofertan becas para mexicanos por parte de 8 países.
Este programa contribuiría puntualmente a desarrollar aquello que propusieron el ex presidente de Chile Ricardo Lagos, la ex Canciller mexicana Patricia Espinosa, y el ex Secretario General Iberoamericano Enrique Iglesias en “Una reflexión sobre el futuro de las Cumbres Iberoamericanas”: un Espacio común de la cultura, un espacio común del conocimiento y un espacio común de la tecnología y la innovación. Ésta es sólo una propuesta, dentro de las muchas que se han hecho y que contribuirían al fortalecimiento del espacio iberoamericano y a la utilidad de las Cumbres. No se deben dejar de mencionar algunos planteamientos como el que se aborden a este nivel los temas del G20, acordando una postura común iberoamericana, o el que se embistan cuestiones de preocupación y alcances transnacionales como la seguridad ciudadana y la migración.
Con el cambio en el panorama político, social y económico en América Latina, las Cumbres Iberoamericanas tienen el potencial de estar a la vanguardia y ser parte del empuje que se le dé a una población joven y en plenitud de sus capacidades laborales y políticas.