La hora de la Cámara de Comercio de España
El Plan de estabilización de 1959, la inmediata reactivación y el subsiguiente desarrollo de los 60 del siglo pasado, constituyeron, de hecho, una primera transición socioeconómica –que no política– para España. Supuso la superación del subdesarrollo y el inicio de un proceso de apertura y modernización que empezó a dejar atrás la autarquía dirigista de la larga primera etapa del régimen dictatorial del General Franco. Así pues, España inició su camino hacia un modelo de economía social de mercado que aspiraba a ser como las naciones avanzadas del mundo. En el origen de ese proceso –aparte de las graves dificultades en materia de pagos al exterior– se encuentra la aparición de una nueva generación que quería pasar página de la desastrosa guerra civil y de las penurias de la autarquía.
Pero, cuando España da el salto cuantitativo y cualitativo que la homologa con los países más avanzados del mundo es durante el reinado del Rey Juan Carlos I, en el que se dan una serie de hitos trascendentales, como son la propia transición a la democracia, la descentralización autonómica, la entrada en la OTAN, la integración a la CEE, la incorporación a la Eurozona y, en suma, la participación internacional activa. Más allá de insuficiencias y defectos –que los hay y graves– España cuenta hoy con una democracia plena, un estado de derecho, una economía social de mercado desarrollada y con un grado de apertura internacional sólido, un alto grado de descentralización administrativa y política, y un estado del bienestar que ha resistido –pese a los recortes– una crisis económica de extrema dureza.
A la Cámara le corresponde la defensa institucional del sistema y de la empresa en él
La crisis económica más importante que ha sufrido el sistema capitalista mundial –después de la que se inició en 1929– en España se hizo patente a finales del 2008 cuando se pinchó la enorme burbuja inmobiliaria que se había formado y había contribuido a un desmedido endeudamiento de los agentes económicos privados que, año tras año, tenía su contrapartida en déficits de la balanza por cuenta corriente insoportables. La crisis provocó de manera grave el cierre de empresas y destrucción de empleo, al tiempo que se manifestaban tensiones sociales y territoriales de forma creciente.
Pero lo cierto es que el gobierno de Mariano Rajoy evitó el rescate completo de la economía española que se le reclamaba en el verano de 2012, limitándose a solicitar un rescate parcial del sistema financiero. El proceso de consolidación fiscal, la devaluación interna que se produjo a partir de la reforma laboral –y que el pueblo español asumió con importantes dosis de solidaridad familiar–, la ayuda del BCE a nuestro sistema bancario y el buen comportamiento del sector exterior, permitió a España dar la vuelta a la situación. En 2013 se superó la recesión y en 2014 se inició la recuperación económica que en 2015 se está fortaleciendo y se está viendo propiciada, además, por ventajas externas, como la bajada del precio del petróleo, o la posición más razonable del euro frente al dólar.
Pero, en todo caso, la crisis sirvió para poner en evidencia el modelo de crecimiento de la economía española que se apalancaba en el “ladrillo especulativo” y el “pelotazo” a corto plazo, ninguneando a la economía productiva. Tras ello se encontraba una crisis social de valores donde se marginaba la cultura del esfuerzo con visión y ambición a largo plazo, cierta auto-exigencia, afán de liderazgo y amplitud de miras internacionales en el ámbito de la economía productiva con énfasis en la calidad, la innovación y la marca.
Con sentido de país, unos cuantos empresarios líderes en nuestros sectores situados en esta línea estratégica de defensa de la economía productiva, con innovación, marca y proyección internacional decidimos en 1999 crear en Barcelona, el Foro de Marcas Renombradas Españolas, con intención de dar visibilidad social al modelo que defendíamos y procurando además un cierto ejercicio de cooperación público-privada. La iniciativa se ha consolidado plenamente. En la misma línea se ha situado la ley 4/2014 de 1 de abril básica de las Cámaras de Comercio, Industria, Servicios y Navegación de España que, inscribiéndose en un nuevo regeneracionismo, pretende refundar el sistema cameral español y sustituye al anterior Consejo Superior de Cámaras por la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación de España (Cámara de Comercio de España). Esta ley fue votada favorablemente por todos los grupos parlamentarios e introduce una novedosa configuración de la Cámara de Comercio de España por cuanto en ella se aglutinan los actores principales de la economía española, las grandes empresas, las cámaras de mayor entidad, representantes de organizaciones empresariales, autónomos y cámaras españolas en el exterior y representantes de los ministerios competentes, en un ejercicio de cooperación público-privada evidente.
La Cámara de Comercio de España y, en su conjunto, el sistema cameral español, se caracterizan por el principio de capilaridad en todo el territorio español, por la obligatoriedad de adscripción, por el principio de potencia de articulación de la red cameral española en el exterior y por el principio de utilidad dado que las contribuciones empresariales necesarias para su financiación tienen carácter voluntario.
La internacionalización y la competitividad empresariales son objetivos irrenunciables
La Cámara de Comercio de España se plantea fundamentalmente 3 grandes retos u objetivos entre las funciones que la ley le atribuye.
La defensa institucional del sistema y de la empresa como pieza clave del mismo
Como señalaba anteriormente, España –sin olvidar problemas, insuficiencias y necesidades de mejora innegables– tiene hoy una posición de privilegio en el mundo y el sistema institucional y socioeconómico que la soporta, no tiene, hoy por hoy, alternativa seria. Es por ello que este sistema –consagrado en la Constitución de 1978– debe defenderse en beneficio del bienestar de los españoles. Y es cierto que la pieza clave de este sistema es la empresa, de cuyo buen éxito y de su responsabilidad social depende el bienestar de todos los españoles.
La internacionalización de las empresas españolas
España, ha llegado con retraso a la internacionalización, que no es sino la adaptación a la globalización que es el marco real de actividad existente tanto en el mundo social como en el propiamente empresarial. Sin embargo, afortunadamente, en los últimos 30 años se ha constituido una cierta plataforma internacional de empresas españolas con posición significativa en el mundo y la crisis ha decidido a muchas Pymes a internacionalizarse. Necesitan toda la ayuda posible. Y esa labor de soporte y ayuda deberá potenciarse mediante la coordinación y la estrecha alianza de todas las organizaciones y administraciones competentes, en el servicio exterior.
La competitividad de las empresas españolas
Estrechamente relacionado con el objetivo anterior está la competitividad empresarial, pues es claro que la competitividad es condición para la internacionalización y esta, a su vez, contribuye a la competitividad. Es cierto que la competitividad se concreta fundamentalmente en la relación calidad-precio de los productos, pero se refiere asimismo a otros aspectos empresariales relevantes como son: la mejora de la dimensión de las empresas, la mejora del capital humano, es decir la formación del personal, la mejora del capital tecnológico, es decir la I+D+i –especial interés tiene lograr el proceso de digitalización de las empresas–, la mejora del capital comercial, que se concreta en los activos intangibles, –y muy en particular–, la marca y las redes comerciales que hoy día, llegan al mundo virtual incluso y la mejora de la política económica general y de las políticas económicas que afectan al desempeño empresarial, en tanto que órgano consultivo del gobierno.
Es mucho el recorrido y el sistema cameral está dispuesto a coordinarse y aliarse con organizaciones empresariales, sindicales y administraciones competentes para procurar servir a las empresas españolas y, por tanto, a trabajar por el bienestar de los españoles.