UNO Julio 2015

Los desafíos a la democracia argentina

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En un trabajo de casi tres años de la Organización de Estados Americanos (OEA) y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se tituló “Nuestra Democracia”, decíamos en su Introducción: “el desarrollo democrático de América Latina continúa mientras sus dilemas e interrogantes se transforman. Cada vez inquieta menos el pasado a nuestra democracia. Cada vez interesa más el futuro”. Ya la pregunta no es: ¿qué hacer para evitar el regreso al autoritarismo?; el nuevo interrogante es: ¿qué hacer para resolver los déficit y asegurar una mayor calidad de la democracia?; ¿cómo organizar un apoyo creciente de la sociedad que dé poder y sustentabilidad a la democracia en la Región?

En ese trabajo, coordinado académicamente por Dante Caputo y José Antonio Ocampo, en el que fui parte de la coordinación política, sostenía Heraldo Muñoz, actual canciller de Chile: “pese a los avances en la pos-transición democrática, se observa frustración ciudadana ante la desigualdad en la distribución de la riqueza y en el ejercicio del poder, ante la débil participación popular en los asuntos públicos, la corrupción pública y privada, la inseguridad ciudadana y la debilidad estatal, entre otros aspectos”. Coincidíamos en la necesidad de expandir la ciudadanía y fortalecer la institucionalidad en todos los campos, como un fundamento necesario para disminuir las desigualdades e incrementar la confianza. Convencidos de que la democracia será sostenible en la medida en que: a su legitimidad de origen se le sumen la legitimidad de ejercicio y de fines.

En el marco de este Proyecto, entre el 2008 y el 2010, organizamos múltiples diálogos con protagonistas políticos, académicos, económicos y sociales en 18 países de Latinoamérica y el Caribe. Simultáneamente, al encontrar regularidades y similitudes, aprendimos la dificultad de convertir a las mismas en una teoría dogmática que oculte las singularidades de los distintos procesos históricos y las realidades actuales de cada comunidad nacional. Como diría el pensador social Manuel Castells: “lo que no hay en mi trayectoria intelectual es una teoría; he cambiado de teoría cien veces y seguiré cambiando… para mí no es un dogma… yo hablo de teoría usable… la temática que he intentado siempre mantener es la temática del poder”.

Coincidimos en la necesidad de expandir la ciudadanía y fortalecer la institucionalidad en todos los campos

Es posible, con estos reparos intelectuales y la experiencia práctica, pensar que las ideas centrales de “Nuestra Democracia” en América Latina, son de valor heurístico para analizar la transición actual en la Argentina: entre el gobierno que preside Cristina Fernández Kirchner y quien la suceda a partir del 10 de Diciembre del 2015. Tras doce años del Proceso Político que comienza con la Presidencia de Néstor Kirchner y la profunda crisis 2001-2002, existe un importante desafío para la sociedad argentina. Los ciudadanos y los principales protagonistas de este proceso político electoral deberían asumirlo en plenitud.

05Un aspecto estructural y otro de coyuntura desafían al país en los campos institucional y cultural y se influyen e interpelan mutuamente. Es casi una constante que la Argentina muestra, por sus riquezas naturales y condiciones de su población, una extraordinaria capacidad para recuperarse en poco tiempo de las crisis socioeconómicas y políticas que recurrentemente padece; pero, justamente, la otra cara de esta moneda es la dificultad que muestra para mantener procesos sustentables de crecimiento económico, equidad social y fortalecimiento institucional. Esto ha implicado que las coyunturas favorables han sido aprovechadas insuficientemente y los contextos negativos han generado fracturas graves en la sociedad y en su estructura productiva e institucional. Una de las consecuencias es que la “Sociedad de Clase Media” que la Argentina parece siempre cercana a alcanzar, se ha convertido en un horizonte que se aleja justo cuando lo percibe al alcance de la mano.

La coyuntura electoral, al menos en este Otoño Austral, pronostica un importante equilibrio entre distintas alternativas políticas y la posibilidad de que, por primera vez, se ponga en práctica el mecanismo de segunda vuelta que prevé la Constitución Nacional reformada en 1994. El debilitamiento de las formas tradicionales de los Partidos Políticos y una creciente falta de confianza de los ciudadanos en el funcionamiento de sus instituciones hace aún más complejo el escenario.
Por otra parte, el contexto internacional parece menos favorable que en algunos momentos del presente siglo. Problemas estructurales de la economía argentina reaparecen y el dinamismo social de los primeros años de los Gobiernos de los Kirchner se ha agotado. La calidad institucional retrocede y la polarización política vuelve a crecer en detrimento del debate democrático y los consensos patrióticos.

Un problema no menor es que, habitualmente, en la Argentina se confunden Ideas con Proyectos, a éstos con Políticas Públicas y a sentimientos compartidos con Políticas de Estado; todos necesarios pero que sólo fructifican si se entiende que cada uno de ellos debe ser el sustento del otro. No hay Consensos Políticos sustentables si no se desarrollan las ideas con análisis profundos y sistemáticos de la realidad, con una clara comprensión de las oportunidades y riesgos que se presentan, aprovechando aquéllas y superando estos. Íntimamente ligada a esta actitud existe una visión desaprensiva de la realidad global que nos rodea; analizarla y comprenderla no garantiza el éxito en las políticas públicas pero su desconocimiento pavimenta el camino al fracaso.

En la Argentina se confunden Ideas con Proyectos, a éstos con Políticas Públicas y a sentimientos compartidos con Políticas de Estado

En este marco crece una demanda ciudadana de Debates y Diálogos que, comprometidos con las realidades y necesidades presentes, propongan una visión y un camino de mediano y largo plazo sustentables. Esto implica, en la coyuntura política actual, imaginar el próximo período como un Gobierno de Coalición. Esta experiencia no ha sido habitual en la tradición política argentina: hay que construirla, aunque no existan suficientes antecedentes.
Por suerte, no estamos frente a un desierto de liderazgos, éstos existen en distintos ámbitos de la Sociedad Argentina y, si logran hacer sinergia, pueden permitir superar el negativo sino de avanzar y retroceder, de subir y caer dramáticamente. Se trata de escucharse y mirarse con sinceridad, respeto y sentido constructivo, de disentir democráticamente y consensuar responsablemente.

Las formas institucionales, los tiempos, los temas y los compromisos parlamentarios de las eventuales coaliciones deberán ser definidos en los próximos meses. El desafío es compartir en temas como Educación, Energía, Transparencia, Justicia o Salud, algunos consensos sustanciales. Debemos evitar los “falsos consensos” de ponerse simplemente de acuerdo, por ejemplo, en que la educación debe ser para todos y debe ser de calidad. Para llegar a consensos sustanciales hay que acordar: qué cambios hay que hacer para lograrlo, cuál es el costo presupuestario y cómo se financia, cuáles son las resistencias a superar a través de la negociación y persuasión colectiva y cuáles son los espacios del poder y cómo se construyen.
Se puede afirmar que la cultura política y ciudadana argentina no cuentan con suficientes antecedentes al respecto. Sin embargo, de eso se trata la POLÍTICA: de aunar voluntades para cambiar, para construir un poder democrático que permita superar nuevos y viejos desafíos. Debemos habilitar, con una mirada de largo plazo, una sustentabilidad para el crecimiento económico con equidad social en una democracia plena de ciudadanos.

José Octavio Bordón
Director del Centro de Asuntos Globales de la Universidad Nacional de Cuyo y ex embajador argentino en los EE. UU. / Argentina
Actualmente es el director del Centro de Asuntos Globales de la Universidad Nacional de Cuyo, chairman del Consejo Asesor Internacional del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), miembro del Consejo Directivo del CARI (Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales). Ha sido profesor titular de Sociología Política en Universidades Argentinas, profesor invitado en Georgetown University y fellow del Woodrow Wilson Center (ambos en Washington DC). Ha sido diputado y senador nacional, gobernador de la Provincia de Mendoza, ministro de Educación de la Provincia de Buenos Aires, candidato a la Presidencia de la Nación y embajador argentino ante el Gobierno de los EE. UU. [Argentina]

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