Mejorar la movilidad también es una política social
Carriles bici, escaleras y rampas mecánicas, mejoras en el transporte público urbano… Probablemente todos estos términos nos traigan a la cabeza formas más o menos novedosas de movernos por la ciudad, de hacer más fácil y más sostenible el desplazamiento de los ciudadanos de un punto a otro del núcleo urbano.
Y, sin embargo, son mucho más que eso. Son también acciones de carácter social. Porque social es hacer posible que una persona mayor que apenas salía de casa porque vive en una zona alta de la ciudad y que le suponía un reto casi inalcanzable hacer el camino de vuelta subiendo una cuesta pronunciada, no tenga que pensárselo dos veces antes de ir al supermercado de su barrio, al parque o a tomar un café.
En Santander lo sabemos bien porque, en una ciudad llena de pendientes, y después de las actuaciones en este sentido que se han llevado a cabo recientemente, es tal el uso y la aceptación que están teniendo que prácticamente no pasa un día sin que algún santanderino se dirija a mí para pedirme escaleras mecánicas en su barrio.
Son inversiones socialmente responsables que mejoran la calidad de vida de las personas, el principal foco de atención de cualquier administración pública
Social es también que los jóvenes puedan moverse en bicicleta, sin que ir a clase, al trabajo o a la playa les cueste más que el esfuerzo que hagan al pedalear.
Social es que los autobuses municipales lleguen cada vez a más lugares y con más frecuencias, y que lo hagan a un precio que está muy lejos de cubrir su coste real y con bonificaciones que alcanzan cada día a más ciudadanos, muchos de los cuales pueden utilizar este servicio de forma gratuita.
Todas ellas son lo que podemos considerar inversiones socialmente responsables, inversiones que mejoran la calidad de vida de las personas, que son el principal foco de atención de cualquier administración pública.
Su dimensión social es doble, puesto que, en muchos casos, como inversiones productivas que son, contribuyen a generar actividad económica y, sobre todo, puestos de trabajo. Y el empleo constituye, sin duda, la principal política social que se puede impulsar desde los poderes públicos.
Añadiría incluso una derivada más: la protección del medio ambiente, cuyos beneficios para la sociedad en su conjunto son evidentes. Promoviendo una forma sostenible de moverse por la ciudad, estamos, al mismo tiempo, reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero y poniendo de nuestra parte en la lucha contra el cambio climático.
Los ayuntamientos tenemos una gran responsabilidad en este sentido y la hemos trasladado en numerosas ocasiones. El Pacto de Alcaldes es un ejemplo de ello. Todos los firmantes nos hemos propuesto superar el objetivo marcado por la Unión Europea de reducir en un 20 por ciento las emisiones de CO2 antes de 2020. Con medidas como las que he mencionado, se van dando pasos en esa dirección.
También es notable el papel que puede jugar la innovación tecnológica en la mejora de la movilidad urbana. Son muchas las ciudades que están avanzando en esta línea de trabajo y muchas las que lo hacen de la mano, colaborando entre sí, a través de la Red Española de Ciudades Inteligentes (RECI) que cuenta ya con 65 miembros. Porque compartir experiencias significa ahorro económico y de tiempo para todos.
En este marco, y dentro del grupo de Movilidad que tiene constituida la RECI, las ciudades españolas seguimos trabajando, entre otros aspectos, para promover el uso del vehículo eléctrico y para desarrollar aplicaciones que permitan al ciudadano planificar sus viajes en transporte público intermodal o que ofrezcan información en tiempo real para todos los tipos de transporte de una ciudad. Otro de los ámbitos en el que se está haciendo hincapié es la unificación de todos los sistemas de identificación y pago en transporte en una única tarjeta ciudadana.
Social es que los autobuses municipales lleguen cada vez a más lugares y con más frecuencias, que lo hagan a un precio que está muy lejos de cubrir su coste real y con bonificaciones para más ciudadanos
A día de hoy, millones de ciudadanos pueden acceder, a través de sus teléfonos móviles a la información actualizada al instante de la situación del tráfico en una determinada zona de su ciudad y elegir el itinerario más conveniente para llegar a su destino, ahorrando así tiempo, combustible y emisiones a la atmósfera.
La situación de las paradas del servicio público de transporte, las líneas que hay en cada una, cómo llegar hasta ellas o el tiempo que tardará en pasar el siguiente autobús son datos que están literalmente al alcance de la mano de los ciudadanos. Todo ello ayuda en la tarea de mejorar la movilidad en el entorno urbano.
Cada ciudad tendrá, lógicamente, sus propias medidas en este sentido y cada una estará, de esta manera, poniendo de su parte para que la movilidad no solo sea sostenible, sino también social. Para que los ciudadanos sean los beneficiarios directos de todas y cada una de las acciones que implican mejorar la forma de moverse en los entornos urbanos, tratando de que el vehículo privado quede a un lado y se dé prioridad al resto de alternativas de transporte. Para que la sociedad se mueva y avance.