UNO Septiembre 2016

Comprender a Cuba y hacer virtuoso este proceso

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Estas líneas están siendo escritas pocas horas después de que el Reino Unido decidiera abandonar la Unión Europea. Esta situación echa luz sobre la conveniencia de nuestro hemisferio para buscar cercanías e integraciones y forjar un camino inverso a esa decisión que remite a viejos modelos nacionalistas que tanto daño le han hecho a Europa y al mundo.

Argentina y Cuba tendrían con lo que aportar en este proceso a favor de la integración regional.

Actualmente Cuba atraviesa un proceso de apertura, con la esperanza de muchos que anhelan también sea de superación y encuentro. Luego de décadas en donde la ideología fue la protagonista, la premisa rectora sobre la que se erigían las naciones a favor y en contra de ciertos postulados, hoy aflora una nueva Cuba.

Cuba tiene la necesidad y el desafío de adaptarse a los tiempos de hoy que difieren mucho a los de su origen revolucionario

La Cuba de hoy en día, difiere en mucho de aquella que nació en el 59, tanto como el mundo difiere hoy de lo que era en ese momento. Responde al curso de la historia, aunque es probable que se mantengan valores que no perezcan en los estandartes. La discusión acerca de si es más valiosa la libertad o la igualdad dominó el debate de estas décadas y encontrar la síntesis de ambas seguirá siendo siempre el horizonte de una sociedad más justa. Por eso deseamos que en el presente el pueblo cubano pueda integrarse sin condicionamientos, sosteniendo lo mejor del legado de estos años –sus sistemas educativos y sanitarios que son reconocidos por todos y el presidente Obama lo mencionó en su histórica visita– con las transformaciones necesarias para que este país juegue un rol importante en el desarrollo económico, social y político en la región.

Hacer a un lado las diferencias y bregar por la concordia es también parte del curso de la historia.

Los vínculos entre nuestros dos países se han mantenido independientemente de nuestros sistemas políticos y coyunturas históricas. Cuestiones como las corrientes migratorias en el siglo XX o el desarrollo socio cultural de nuestros pueblos marcan ciertos puntos en común y semejanzas que llevaron a que muchos de los vecinos de la Isla mencionaron a los cubanos como los “argentinos del Caribe”. Están dadas las condiciones para que nuestros dos países profundicen su encuentro tanto en relación a sus intereses materiales y comerciales como en la promoción de sus valores comunes.

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En el marco de la mejor doctrina de las relaciones exteriores el respeto por la autodeterminación de los pueblos y la búsqueda de la paz así como los conceptos de igualdad y libertad antes mencionados son principios universales sobre los cuales se desarrollan los vínculos de intercambio y reciprocidad.

Los valores y construcciones simbólicas son motores de las naciones que definen tanto su identidad como su modelo de organización. En un mundo de cambio, transformación e incertidumbre como nos toca vivir, es posible que nuestras naciones se dirijan hacia un mismo universo que remita a la tolerancia, a la búsqueda de la paz, la libertad e igualdad. Cuba tiene la necesidad y el desafío de adaptarse a los tiempos de hoy que difieren mucho a los de su origen revolucionario. Más allá del ritmo y las formas en que Cuba decida hacerlo es importante que se haga con inteligencia y genuina decisión para que tenga sólidos cimientos. Este desafío debiera ser apoyado por todo el hemisferio para fortalecer los lazos de la integración.

Desde el punto de vista de las relaciones internacionales, Argentina y Cuba estuvieron a veces cerca, otras lejos.

Nuestros dos países han pasado de la cercanía a la distancia en distintos momentos de su historia común.

Estas cercanías y lejanías estuvieron más marcadas por la ideología de la posguerra, que por una genuina defensa de los propios intereses nacionales, tal como hoy los concebimos.

Como embajador argentino en Cuba pude verificar el afecto que une a nuestros pueblos, y cuantas más cercanías que lejanías tiene ese sentimiento y cuanta más cercanía podrían tener esos vínculos en el futuro.

La obligación de la Argentina y de todos los países de la región consiste en fortalecer y hacer posible una mejor y más sólida integración de Cuba

Mi labor como embajador coincidió con la histórica visita del Papa Juan Pablo II donde pronunció la frase “Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba”; y hoy cobra renovada consistencia. Si es por necesidad o por convicción, es irrelevante, lo cierto es que hoy Cuba comienza a abrirse al mundo, por lo que deberá comenzar a pensar y a desarrollar nuevos modos y sistemas de producción. Argentina tiene allí un rol potencial para jugar, porque no es menor el nivel de comprensión y cercanía en tantos puntos que manifiestan nuestros pueblos y sociedades. Ambos países –como casi todos los países– tenemos una historia de claroscuros, contratiempos, dificultades, y también momentos promisorios. Cuba ha iniciado un proceso que sin duda terminará en una integración plena en el hemisferio. Comprender a Cuba permitirá que este proceso se haga lo más virtuoso posible. Argentina es uno de los países que mejor puede comprenderlo.

Por múltiples razones: de orden histórico, origen de las corrientes migratorias, azares de la historia: por lo que el aprovechamiento de esa circunstancia es beneficiosa no solamente para Cuba sino también para los intereses argentinos que podrían tener una presencia en el Caribe mucho mayor. Argentina posee las herramientas para acompañar lo mejor posible a este proceso de integración de Cuba al hemisferio, que generará fluidos beneficios sin perder el suelo común de valores compartidos como la libertad, la igualdad y el respeto por el otro.

La obligación de la Argentina y de todos los países de la región consiste en fortalecer y hacer posible una mejor y más sólida integración de Cuba en un horizonte en donde la igualdad y la libertad no sean nociones contradictorias ni con preeminencia de una sobre la otra.

Jorge Telerman
Exembajador argentino en Cuba y exjefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Nació el 29 de noviembre de 1955 (60 años). Estudió Comunicación Social y Semiología. Actualmente es el Director del Complejo Teatral de Buenos Aires, que depende del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Entre el 2003 y el 2006 se desempeñó como vicejefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En el 2006 tuvo que asumir como jefe de Gobierno culminando su mandato a finales del 2007. Entre 1998 y 1999 fue embajador argentino en Cuba. Anteriormente, entre 1990 y 1991 fue agregado de Prensa en la Embajada argentina en Washington. Después, entre 1991 y 1992 fue secretario de Relaciones Institucionales y vocero en la Cancillería Argentina. [Argentina]

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