Una oportunidad para Cuba y sus amigos
Dejé la embajada de México en La Habana en 2005, después de 3 años fascinantes. No tengo bola de cristal, pero sí optimismo respecto al futuro de Cuba y de las oportunidades que presenta para los países con los cuales ha tenido una estrecha relación histórica, como son España y México. Cuba, como aparece en la imagen de su escudo nacional, es la llave del Golfo de México que se integra al Mar Caribe. La “Perla de las Antillas” fue la plataforma estratégica para el ingreso de España en América, continente en el que imprimió -en gran parte de su extensión- su lengua, su cultura y su visión del mundo. La normalización de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba inicia un proceso de apertura político, económico y cultural que fortalece la vitalidad del mundo que se comunica en español e integrado por más de 500 millones de personas en el mundo.
Con poco más de 11 millones de habitantes y una importante diáspora, los cubanos son conocidos en el mundo por su excelencia en el arte, el deporte y la investigación científica
Tengo gran admiración por el pueblo cubano. Pude observar su alto nivel educativo, su capacidad de sobreponerse a la adversidad, su alto nivel de integración social y su creatividad. Con poco más de 11 millones de habitantes y una importante diáspora, los cubanos son conocidos en el mundo por su excelencia en el arte, el deporte y la investigación científica. Cuba tiene ricas expresiones de una identidad que exalta tanto su origen europeo como africano y, por supuesto, de su origen indígena. El extremo occidental de la isla, que casi se toca con Yucatán, se parece a México, mientras que el Oriente es más caribeño, lo cual se expresa en la música de ambos extremos, entre la guitarra y el bongó. En Cuba siempre me sentí en casa, como me siento hoy en España. Ambas experiencias, sumada a la de Bolivia donde también fui embajadora, me han convencido que existe una cultura iberoamericana que va más allá de la lengua y que crece en importancia paralelo a la suma de nuestras respectivas economías.
Siempre he encontrado que los diplomáticos cubanos están entre los mejor informados. Cuando apliquen esa disciplina de trabajo para que su economía compita en el mundo, confío que estén dentro los mismos esquemas de integración económica que nosotros
De mi estancia en Cuba recuerdo la positiva impresión que me dejó su sistema educativo. Visité varias escuelas en la Punta de Maisí, allá donde Cuba casi se toca con Haití. Hasta en la más remota nos recibieron niños perfectamente uniformados y alegres. Los niños recibían alimentos al ingresar y al terminar la jornada docente, mientras sus padres se ocupaban de tareas en el campo. También visité escuelas rurales en el Occidente, donde había sencillas computadoras que operaban con energía solar. No dejó de sorprenderme que los cubanos producían su propio “software” educativo que pensé podría ser utilizado en México. Me llamó la atención la importancia que se le daba al aprendizaje de lenguas extranjeras, especialmente el inglés. Otra característica que observé fue la atención a los discapacitados, a quienes se integra en las aulas, lo cual resulta en un positivo aprendizaje de vida. También tiene excelencia la educación para adultos. Varios gobernadores mexicanos contrataban entonces servicios de alfabetizadores cubanos para las zonas más remotas, con muy buenos resultados. Cuba tiene uno de los índices de escolarización más altos de América Latina y analfabetismo casi inexistente.
A lo largo de 36 años en el servicio exterior mexicano he comprobado el alto nivel de mis homólogos cubanos y la amplia y eficaz red de embajadas en el mundo. Cuando México tuvo que hacer campañas para ganar una elección en la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en el pasado recurrimos al apoyo de los cubanos para presentar nuestros candidatos. En África, e inclusive el Caribe anglófono, recibimos apoyo invaluable. Siempre he encontrado que los diplomáticos cubanos están entre los mejor informados. Cuando apliquen esa disciplina de trabajo para que su economía compita en el mundo, confío que estén dentro los mismos esquemas de integración económica que nosotros, porque tienen mucho que aportar.
Desde el inicio de la Revolución cubana se privilegió la inversión social sobre la infraestructura y la igualdad como meta, sobre la eficiencia económica. Sin embargo, Cuba ha iniciado ya el camino de apertura y liberalización económica para elevar su productividad. Cuando los cubanos puedan abrir su economía a la competencia internacional, nada ni nadie los va a detener. Ya son un destino turístico privilegiado con enorme potencial de crecimiento gracias a una ubicación geográfica insuperable. España contribuye con su inversión hotelera y turística para facilitar el “multidestino” en el Caribe, que se vuelve cada día más atractivo frente a los retos de seguridad que presentan otras regiones del mundo. Los países que hemos sido amigos de Cuba a través de una historia compartida, a pesar del aislamiento forzado, como España y México, debemos apoyar la apertura para que se desarrolle con éxito al ritmo, tiempo y forma que decidan los cubanos. Una Cuba integrada al mundo y próspera fortalecerá toda Iberoamérica.