GOBERNANZA y LIDERAZGO
La tecnología, la incertidumbre de nuestro tiempo y, claro, la COVID-19 están impulsando un cambio sustancial de valores, hábitos y formas de comportamiento colectivo que exigen un nuevo modelo de liderazgo económico, político y social.
Este es el tema central que hemos tratado de abordar en este UNO 35 en el que contamos con una serie muy interesante de colaboraciones que abordan la cuestión desde distintos puntos de vista y geografías.
Hay una línea argumental común. En varios de ellos se asegura que atravesamos una crisis transformadora, que en realidad debe acelerar diversas fuerzas de cambio ya en marcha, casi todas vinculadas a la transformación digital. Necesitamos economías mucho más sólidas, pero también más flexibles y resilientes. Hacen falta nuevos sentidos y espacios de colaboración entre los ámbitos público y privado, así como una agenda de reformas estructurales con vocación de Estado y compromiso con la anticipación a largo plazo.
Se requiere una nueva gobernanza y, del mismo modo, los valores, los gestos y los estilos del liderazgo también están mutando. En LLYC acabamos de comprobarlo al realizar, junto a Trivu, el estudio Future Leaders: uno de los primeros informes comparados entre las formas de expresarse de los líderes actuales y la generación que liderará el mundo en menos de dos décadas.
Estamos, en suma, ante otro movimiento pendular de los muchos que acompañan la historia del liderazgo
Mediante procesamiento lingüístico e Inteligencia Artificial, hemos comprobado que los líderes actuales se manejan mejor en el mundo de las ideas y hasta dan por sobreeentendida y aceptada cualquier innovación. Son pragmáticos, pero necesitan contar con orden y estructura a su alrededor. En cambio, las nuevas generaciones son responsables, idealistas y menos jerárquicas. Cuentan con un sentido del deber más acusado, apertura de mente y un alto nivel de curiosidad. La tecnología, por supuesto, la llevan en el ADN. También son asertivos, pero a diferencia de sus mayores se muestran más participativos y respetuosos con el bienestar de los demás. Son conscientes del impacto de las personas en el mundo externo y de la necesidad de pensar más en lo colectivo.
Con todo, la gran diferencia entre unos y otros tiene que ver con la gestión emocional; la capacidad para manejar de manera apropiada los sentimientos. Entre los líderes tradicionales está más oculta; los que vienen la consideran una parte sustancial de su actividad.
Esa propensión emocional les hace estar mejor situados a la hora de interactuar. Al expresarse, los futuros líderes emplean más a menudo verbos como ayudar, sentir o compartir. También hablan de amar, perder o lograr; de aprender, entender o escuchar. No conjugan tanto verbos dominantes como ganar, permitir, pagar, significar o parecer -que sí usan los líderes actuales. Palabras como vida, personas, amigo o equipo son más cotidianas para los futuros.
Parece que la pandemia ha acelerado el camino hacia ese modelo de gestión más emocional, participativo y eficiente donde, al contrario que hasta ahora, será más importante el “hacer” que el “decir”
Estamos, en suma, ante otro movimiento pendular de los muchos que acompañan la historia del liderazgo. Si nos atenemos al estudio, lo relevante es que ahora este movimiento va a ser inusitadamente rápido en todos los países analizados. Es una tendencia general. La sociedad que sale de esta crisis demandará de sus líderes más aliento y muchas menos órdenes. Quizá veamos líderes más vulnerables pero seguro que también serán más empáticos, cercanos, pasionales, agradecidos y comprometidos.
Entre todo un aluvión de incertidumbres, parece que la pandemia ha acelerado el camino hacia ese modelo de gestión más emocional, participativo y eficiente donde, al contrario que hasta ahora, será más importante el “hacer” que el “decir”. En este número de UNO encontrarás también la visión de alguno de esos nuevos líderes, miembro de esta generación con causa que ya está transformando distintos sectores. También una entrevista con el presidente de CEOE, Antonio Garamendi, que define los retos a los que se enfrentan los empresarios. Son tiempos difíciles pero llenos de oportunidades. Como dice Ramón Jáuregui en el artículo que firma en estas páginas necesitamos más que nunca liderazgos sólidos, ejemplares, responsables y sostenibles. Quienes antes se adapten a esa nueva realidad, quienes sepan interpretar certeramente los cambios, tendrán garantizado buena parte del futuro y, por tanto, del éxito.