La incertidumbre también es una oportunidad
Los “cisnes negros” son la clase de acontecimiento que no prevemos pero que, precisamente por eso, tienen un enorme impacto en las sociedades. En los últimos años hemos vivido dos, la pandemia y la guerra de Ucrania. Ambos han transformado rápidamente muchas de nuestras expectativas, algunas de nuestras creencias y buena parte de nuestra actividad profesional y nuestro bienestar personal.
Todo ello, sumado a procesos que ya estaban en marcha como la digitalización y la transición ecológica, nos ha lanzado hacia una nueva era de incertidumbre y de cambio. Se trata de una forma de incerteza que afecta a los grandes datos macroeconómicos y a la política nacional e internacional, pero también a cuestiones concretas y cotidianas: a la enfermedad y la salud mental, los lugares de trabajo, la actividad bancaria, la relación de los ciudadanos con el Estado, el uso de la tecnología, la manera en que consumimos, las fuentes de nuestra energía y las nociones clásicas de reputación y responsabilidad social, entre muchos otros aspectos de la vida.
Nos enfrentamos a una forma de incerteza que afecta a los grandes datos macroeconómicos y la política nacional e internacional, pero también a cuestiones concretas y cotidianas: de la salud al lugar de trabajo, de la relación con el Estado a la tecnología o el consumo.
Sin embargo, nada sería peor que quedarse paralizado ante estas numerosas incertidumbres. La responsabilidad de todos, y singularmente de los responsables de las empresas y de la comunicación, es aprender a gestionarlas, descubrir las oportunidades que brindan para volvernos más eficaces y resilientes y transformarlas, en la medida de lo posible, en ventanas de oportunidad para la mejora.
Este nuevo número de la revista UNO de LLYC pretende dar algunas pistas sobre la gestión de la incertidumbre. En inglés suele decirse que “Knowing is half the battle”: conocer bien a lo que nos enfrentamos es tener la mitad del reto ganado. Y, por eso, la era de la incertidumbre deberá ser además, si queremos navegarla adecuadamente, una era del conocimiento. Necesitaremos entender los rápidos cambios que experimentan el trabajo y el consumo, la manera en que las instituciones públicas se están transformando y cómo evoluciona el comercio global en un momento en el que la propia globalización empieza a estar en entredicho. Pero también cómo cambian, a tenor de todos estos procesos paralelos, los valores de la sociedad. En muchos sentidos, la incertidumbre se deriva de la velocidad a la que se están produciendo las transformaciones. Nuestra única certeza, cabría pensar, es que los cambios serán rápidos, constantes y muchas veces inesperados.
Por la propia naturaleza de esas incertidumbres que debemos aprender a gestionar y a convertir en oportunidades, este número de UNO es un tanto especial. Normalmente, cada entrega de la revista es concebida por uno de los departamentos de LLYC, que aporta sus conocimientos especializados, su experiencia en un sector y un profundo conocimiento de los clientes y sus necesidades. Esta vez hemos querido sumar a esto un enfoque multidisciplinar, que incluyera la mirada y las ideas de varios departamentos de la compañía, y las de sus clientes. Porque para hacer frente a los nuevos retos será necesaria una visión amplia que vaya de la comunicación y el marketing a los asuntos públicos, de la digitalización al ámbito sanitario o la gestión del talento. Esa mirada amplia también lo es desde un punto de vista geográfico. Si Europa y España se sienten hoy sumidas en una forma de incertidumbre nueva y más compleja, América Latina, como bien saben nuestras operaciones allí, ha aprendido no solo a convivir con la incertidumbre, sino a incorporarla a sus análisis y estrategias. Esta mirada latinoamericana se refleja aquí: son muchas las lecciones que los españoles y los europeos podemos aprender de ella.
Se trata, en definitiva, de abrazar la incertidumbre como el signo de los tiempos. De no sentirse incapacitado por ella. De aprender a manejarse, a proyectar y a liderar contando con ella. De gestionarla y aprovecharla al máximo. Como repiten algunos de los autores de este número, la incertidumbre nos obliga a concentrarnos más, a pensar mejor, a ser más imaginativos, a apostar por la creatividad y a no dejarnos llevar por la inercia de lo que conocemos o la nostalgia de un mundo más estable. Este es precisamente el espíritu de este UNO: no se trata solo de sobrevivir a los cambios inesperados, sino de convertirlos en una fuente de valor, de imaginación y osadía. Debemos gestionar la incertidumbre provocada por dos grandes cisnes negros y adelantarnos a la posibilidad de que haya más. Esa es, hoy en día, una de las principales claves del éxito.
Se trata de abrazar la incertidumbre como el signo de los tiempos. De no sentirse incapacitado por ella. De aprender a manejarse, a proyectar y a liderar contando con ella. De gestionarla y aprovecharla al máximo.