La creator economy crece en América Latina y propicia oportunidades para la UE
Un nuevo sector económico, de poco más de diez años de antigüedad, está acelerando la democratización del conocimiento y la inclusión social. Además, está brindando grandes oportunidades para acercar a la UE, principalmente a España y Portugal, a América Latina y para generar importantes ingresos. Nos referimos a la llamada creator economy, la economía de los creadores de contenido.
Todo comenzó hace casi veinte años, con la aparición de las redes sociales. Desde su nacimiento, las personas dejaron de depender de la proximidad geográfica para encontrarse, conectar e interactuar con otras o con temas de su interés. Pasamos a vivir en la llamada “aldea global”, limitada solo por los diferentes idiomas. Aun así, con más de 500 millones de hispanohablantes en el mundo y 260 millones de lusoparlantes, las posibilidades se han multiplicado.
El avance de la tecnología, el rápido acceso a Internet y el incremento del uso de teléfonos móviles ha ampliado las posibilidades de conexión, que hoy puede llevarse a cabo por voz y por vídeo, además de por el medio original, el texto. Poco a poco, la gente se dio cuenta de que, literalmente, tenían a los medios de comunicación en sus manos, con herramientas similares a la radio, la televisión o los periódicos, y que podían usarlos para difundir historias y opiniones de manera libre e independiente. Además, los creadores de contenido vieron cómo personas que ni siquiera los conocían, pero que estaban interesadas en su estilo o su mensaje, comenzaban a seguirlos y a interactuar con sus publicaciones, creando así sus propias comunidades. Fue el comienzo de lo que llamamos la influencia de las redes.
Los creadores de contenido vieron cómo personas que estaban interesadas en su estilo o su mensaje comenzaban a interactuar con sus publicaciones, creando así sus propias comunidades
El fenómeno de las redes sociales, de alcance mundial, ha tenido una fuerte adopción en América Latina. Los datos de GWI de 2021 apuntan a la región como el mayor consumidor global de medios de comunicación, con más de 14 horas al día de consumo, siendo el dedicado a las redes sociales de tres horas y media. Al- rededor del 85 % de la población de la región está conectada a Internet. Con tanta exposición y público, era natural migrar de la publicidad tradicional a este entorno, aprovechando las oportunidades de segmentación de audiencia a escala que permite la tecnología. No obstante, llegados a este punto, los consumidores tenían la opción de elegir a qué mensaje exponerse y en quién confiar, especialmente en lo referente a recomendaciones de compra. Además, en la mayoría de los casos, prefieren las personas a las marcas y los medios de comunicación tradicionales. El Informe de la Encuesta Global de Consumidores de Statista de 2021 señala que el 41 % de los brasileños, el 29 % de los mexicanos y el 20 % de los colombianos ya han comprado productos recomendados por los llamados influencers.
Impulsadas por tanto interés y oportunidades, estas personalidades se multiplican por todo el mundo. La consultora Signal Fire estima que hay alrededor de 50 millones de influencers en el mundo, y que dos millones de ellos son considerados profesionales con dedicación exclusiva. Algunos de los demás, aunque sean meros aficionados, logran generar parte de sus ingresos a través de esta actividad. Además, el 77 % de ellos genera sus ingresos a través de acuerdos con marcas, principalmente a través de publicaciones patrocinadas.
No obstante, las mayores oportunidades se abren para el 12 % que monetiza su contenido directamente con su audiencia. ¿Cómo lo hacen? Vendiendo productos físicos con su propia marca, trabajando como distribuidores asociados de productos físicos o digitales por comisiones, con contribuciones y donaciones de su público y vendiendo contenido o cursos en línea directamente a su audiencia. Esta categoría amplía las actividades de un “simple influencer” a las de un profesional que se relaciona directamente con sus seguidores para venderles sus productos. En el lenguaje actual, estas personas se convierten en creadores. Al mismo tiempo, también actúan como emprendedores, ya que deben comenzar a administrar otros aspectos, además del contenido en sí mismo, como la estrategia de ventas, la gama de productos, los precios y la atención al cliente, por ejemplo. Ahora los creadores tienen un mayor control de sus datos y de los de su audiencia. Ya no dependen de los algoritmos de las redes sociales, ni de campañas de marcas inciertas, para obtener ingresos. Para ello, buscan empresas especializadas que les ayuden a gestionar su negocio. Una de las más grandes es Hotmart, una plataforma global con más de 135 000 clientes, que ya ha superado los mil millones de estadounidenses en ventas. Fundada en Brasil en 2011, la empresa trasladó su sede a Ámsterdam (Países Bajos) cuando comenzó su expansión internacional. En 2016, abrió su primera oficina internacional en España. En 2017 llegó a Colombia. Y, en 2018, a México. Desde entonces, los clientes de habla hispana han experimentado un importante crecimiento, y más del 50 % de sus ventas las realizan a países distintos al suyo de origen, fijando sus tarifas y pagos en dólares o euros, y transformando así la vida de muchos de estos emprendedores.
Entre los muchos ejemplos de creadores de gran éxito se encuentra el fotógrafo español Kike Arnaiz, especializado en fotografía de viajes. Con 340 000 seguidores en Instagram, donde es @kikearnaiz, ya ha vendido sus conocimientos a más de diez mil alumnos, muchos de ellos afincados en América Latina. El colombiano Andrés Franklin, a su vez, enseña inglés como segundo idioma y ha llegado a la cifra de 2 000 cursos vendidos a 16 países distintos. Además, al mismo tiempo, ha cumplido su sueño de vivir en Estados Unidos, desde donde dirige su negocio. El canal @andreseningles tiene más de 650 000 suscriptores en Youtube y llega a más de dos millones de personas en TikTok.
Para quienes quieran participar en la creator economy, aunque sea con una pequeña audiencia en redes sociales, existe mucha demanda de conocimientos en línea en los nichos de finanzas, fitness, idiomas, marketing digital, estética y gastronomía, entre muchos otros campos. Los creadores de la UE que tengan un contenido diferenciado y de alto valor, pueden, independientemente de su idioma nativo, vender en todo el mundo, e incluso centrarse en América Latina, donde la demanda de los compradores ha experimentado un crecimiento de un 70 % anual desde 2018. Se estima que la creator economy ya mueve más de cien mil millones de dólares estadounidenses al año a nivel mundial, y que, según Goldman Sachs, podría duplicar su tamaño para 2027.