La arquitectura de 2020
Estamos cerca, muy cerca, quizá como nunca antes, a pesar de los dos jarros de agua fría anteriores, alguno de ellos cuando acariciábamos con las yemas de los dedos la nominación.
Pero la fe, la perseverancia, el optimismo y el convencimiento de que somos una gran ciudad respaldada por una gran nación, nos ha hecho no tirar la toalla. Y lo vamos a conseguir. Las Olimpiadas de 2020 se celebrarán en Madrid. Y lo sentimos por nuestras admiradas Tokio y Estambul. Una ya tuvo su oportunidad, la otra la tendrá seguramente en su momento.
Pero mi misión, aparte de haberme atrevido a soñar como madrileño con los anhelos de casi todos los españoles, es hablar de arquitectura, tanto de la realizada ya, como de la que hay que acometer para “rematar el partido”.
Habrá que actuar con mesura y austeridad, sentido común y eficacia, pensando en el futuro de la ciudad y el bienestar y disfrute de las generaciones futuras.
Tuvimos la visión de ponernos a trabajar con mucha anticipación, quizá para algunos demasiada, pero hoy, esta circunstancia es nuestra mejor baza. En estos momentos de incertidumbre mundial, disponer ya de un programa muy desarrollado y de un elevado porcentaje de las infraestructuras, juega a nuestro favor. Además se ha realizado un planteamiento sencillo, solvente y austero, sin “tirar la casa por la ventana” y con los pies en el suelo. Ya no tendremos que construir costosas infraestructuras de futuro uso incierto, ni cometeremos los errores en los que hemos incurrido anteriormente de diseñar faraónicos complejos ideados por las “arruinadoras” en muchos casos estrellas mundiales de la arquitectura.
Habrá que actuar con mesura y austeridad, sentido común y eficacia, pensando no solamente en los treinta días olímpicos, sino en el futuro de la ciudad y el bienestar y disfrute de las generaciones futuras.
Madrid ya cuenta con múltiples instalaciones que podrían acoger el evento. La mayoría de las sedes necesarias están ya construidas: la Villa Olímpica, el Estadio Santiago Bernabéu, la Peineta, el Palacio de los Deportes, la Caja Mágica, El Retiro, la Plaza de Toros, Madrid Arena, los pabellones de Ifema… Quizá nuestro reto no sea cambiar una ciudad de forma tan radical como pudo hacerlo Barcelona abriéndose hacia el mar –Madrid ya ha proyectado o acometido en los últimos años grandes operaciones urbanísticas como han sido el soterramiento de la M-30, el Proyecto Madrid Río, la Operación Chamartín, etc.– pero podremos rematar áreas importantes de la ciudad que hoy se encuentran inacabadas, como el entorno del Estadio de la Peineta, las instalaciones acuáticas, la Villa Olímpica, etc.
También deberemos poner al día nuestra capital con nuevos equipamientos hoteleros, alguno de los cuales no son futuribles, sino una auténtica realidad. Es el caso del Complejo Canalejas Madrid Centro, que albergará el nuevo hotel de súper lujo Four Seasons cuyo proyecto tenemos el orgullo y privilegio de firmar como arquitectos.
Una nominación olímpica es una oportunidad única en la historia; sólo un puñado de ciudades en todo el mundo han sido o podrán ser en el futuro las afortunadas elegidas, y como ha sucedido en la historia con otros eventos culturales y sociales como exposiciones universales o de rango menor, el acontecimiento puede cambiar el devenir de cualquier ciudad. En casi todos los casos ha habido un antes y un después.
Por su calidad arquitectónica, por su compromiso con el arte y la cultura, por su historia y por sus habitantes, Madrid se merece ser olímpica. Nuestra ciudad es uno de los destinos turísticos más importantes del mundo. Es un centro de congresos líder, una ciudad ferial de primer orden y, sobre todo, cuenta con el importante bagaje deportivo de ser la cuna y sede del mejor Club de Fútbol de la historia –y no lo digo cegado por mi conocido madridismo, heredado de mi padre, que hoy disfruta de su condición de “senador blanco” al estar entre los cien socios más antiguos del Real Madrid, sino por lo que ello aporta a la elección de nuestra ciudad como villa olímpica–.
Por su calidad arquitectónica, por su compromiso con el arte y la cultura, por su historia y por sus habitantes, Madrid se merece ser olímpica.
Las olimpiadas modernas nacieron en 1896, solamente seis años antes de la fundación de nuestro querido Club, y durante muchos años, hasta después de la II Guerra Mundial, el fútbol fue uno de los deportes estrella, y el Real Madrid uno de los clubes que más jugadores dio al olimpismo español: Amberes 1920, París 1924, Roma 1934… Luego, el profesionalismo –excluido tradicionalmente del deporte olímpico hasta fechas relativamente recientes– y el establecimiento de los Campeonatos Mundiales de Fútbol en 1930, hizo decaer el “deporte rey” dentro del ámbito olímpico. Pero el Real Madrid deberá aportar su gran Estadio Santiago Bernabéu al gran acontecimiento. Y será una circunstancia extraordinaria, ya que para entonces será sin duda uno de los mejores estadios del mundo, pues habrá finalizado la gran obra que el actual Presidente Florentino Pérez quiere acometer y en cuyo concurso de ideas arquitectónicas y de explotación económica –en estos momentos en desarrollo–, tenemos el privilegio de participar formando equipo con nuestros socios de Populous, líderes mundiales de arquitectura para acontecimientos deportivos y autores de innumerables estadios entre los que destacan el nuevo Wembley y el reciente Estadio Olímpico de Londres.
Al querido Atlético de Madrid le quedará el Estadio de la Peineta, que una vez finalizada la Olimpiada se convertirá en un recinto solamente de fútbol, pero que también se encontrará entre los mejores y más modernos de Europa.
El futuro es nuestro. Madrid, 2020.