Madrid, una ciudad que me enamoró
Puesto a escribir sobre la candidatura de Madrid para ser sede de los Juegos Olímpicos de 2020, lo primero que tengo para decir es que tiene mi voto, sin duda alguna. Soy un enamorado del país, al que le “robé” a la mujer de mi vida, Esther Núñez, también nadadora, como yo. Y tengo una larga historia vivida en España. De hecho, escribo estas líneas en un alto de mi entrenamiento en Sierra Nevada, este magnífico Centro de entrenamiento ubicado en el sur del país.
La primera vez que aterricé en Madrid, a los 20 años, quedé maravillado con una ciudad que me recibió con tanta calidez y generosidad que me hizo sentir que no había salido de Buenos Aires. En realidad, había viajado advertido y confiaba en que el prejuicio que me había formado se iba a hacer realidad. Y así fue: descubrí una ciudad increíble, que además vivía un tiempo de prosperidad absoluta y sus habitantes la disfrutaban e invitaban a que los visitantes también aprendiéramos a disfrutarla.
Tengo esperanzas en que después de Sudamérica, la sede regrese y Madrid vuelva a tener las mayores posibilidades porque cuenta con un proyecto muy bueno.
Conozco la historia de las candidaturas anteriores y la decepción que vivió Madrid cada vez que se eligió a otra sede, más allá de las ponderaciones políticas, que se entienden, a pesar de que a toda la gente como yo que quiere a España nos cueste aceptarlas. Sin dudas, el Comité Olímpico Internacional (COI) asume con seriedad absoluta la elección de la ciudad que alberga cada cuatro años a la cita más importante del deporte mundial, pero eso no quita que haya sentido la misma frustración que millones de españoles cuando Madrid no fue elegida para los Juegos de 2016. Es comprensible que Europa no haya sido elegida dos veces seguidas y por eso tengo esperanzas en que después de Sudamérica, la sede regrese y Madrid vuelva a tener las mayores posibilidades porque cuenta con un proyecto muy bueno y que ya fue preparado para las candidaturas anteriores y mejorado para la próxima.
Si bien la situación económica de todo el continente es muy diferente al momento en el que se definió que Rio de Janeiro reciba a los próximos Juegos, el deporte siempre da revancha. Y al mismo tiempo que es bueno que las sedes se definan con muchos años de anticipación, también es peligroso porque las condiciones de las ciudades y de los países se modifican muy rápidamente.
A través de amigos suelo recibir información del proyecto de la candidatura 2020 y tengo entendido que está muy bien diagramada la capitalización del desarrollo de cada una de las sedes en las que se realizarán las competencias. Se comprende el temor frente a una empresa tan grande, pero también entiendo que se están tomando todos los recaudos para que la ciudad pueda recibir al mundo (porque eso es lo que sucede en las sedes olímpicas) a mediados de 2020.
Así como reconocí que era difícil que Europa tuviera dos Juegos seguidos, porque entiendo que una de las misiones del COI es ampliar cada vez más su marco, y por eso Madrid no pudo suceder a Londres, también sé que la Operación Puerto puede ser un nuevo eslabón débil para la candidatura que se definirá en septiembre en Buenos Aires, la ciudad en la que nací. Todos sabemos que la lucha contra el dopaje es otro de los caballitos de batalla que tiene el Comité, por lo que los coletazos de toda esa investigación podrían ser contraproducentes.
Pero del mismo modo, qué mejor que elegir a la capital de un país que ya ha dado muestras suficientes de su compromiso por mantener la limpieza del deporte. Creo que sería la mejor manera de transformar una presunta debilidad en una potencial fortaleza. Y no tengo dudas de que los encargados de desarrollar la candidatura sabrán reforzar ese mensaje.
Acabo de cumplir 32 años, tuve la suerte de competir en Beijing 2008, me perdí por muy poquito la chance de llegar a Londres 2012 e imagino las próximas citas olímpicas desde otro ámbito. Mi carrera deportiva va llegando a su fin. Al menos la distancia olímpica, ya que ahora me dedico 100% a las distancias más largas, pero eso no quita que imagine cómo se vestirá de gala Madrid si finalmente se le concede la posibilidad de ser sede olímpica en 2020.
Imagino el aeropuerto de Barajas vestido para la ocasión, me figuro los accesos a la ciudad engalanados y atiborrados de anillos olímpicos y se me pone la piel de gallina.
Ahora mismo hasta me animo a soñar despierto. Imagino el aeropuerto de Barajas vestido para la ocasión, me figuro los accesos a la ciudad engalanados y atiborrados de anillos olímpicos y se me pone la piel de gallina. Pero más allá de los sueños, sé que se está haciendo un trabajo con muchísimo esfuerzo y la lucha no será sencilla.
En septiembre voy a estar haciendo fuerza desde donde esté para que Madrid sea la elegida. Confío en que la mágica Buenos Aires, con toda la vinculación que hermana a ambas ciudades, haga su aporte para convencer a los encargados de seleccionar a la sede de los Juegos Olímpicos de 2020. Buenos Aires, buenos vientos, buenos augurios, y un sueño compartido.