Contexto centroamericano, cambio climático y energía
Como documenta el Estado de la Región centroamericana (2010), sin llegar a extremos críticos, en el último lustro, Centroamérica experimentó preocupantes retrocesos económicos, ambientales, sociales y políticos, así como la ampliación de las brechas socioeconómicas y políticas, especialmente entre las naciones del sur (Costa Rica y Panamá), que tienen mayor empuje económico, desarrollo social y consolidación de sus estados democráticos de derecho pero escasa población y territorio, y las del centro-norte, con altos niveles de pobreza, débiles estados, pero una amplia preponderancia de población y territorio. Esta evolución ha provocado una peligrosa convergencia de riesgos, en un contexto de cambio climático.
La evidencia refleja con claridad la exposición de Centroamérica a amenazas globales, las que, además, se conjugan con vulnerabilidades socialmente construidas a lo largo de décadas. Al tiempo que arrastra déficits históricos como los altos niveles de exclusión social y desigualdad, el Istmo se ha convertido en el territorio más violento de América Latina y en una de las zonas más inseguras del mundo, con actores del crimen organizado cada vez más amenazantes. También es la región más expuesta al impacto del cambio climático, el “punto caliente” más prominente de los trópicos por ser la zona del mundo potencialmente más vulnerable a sus impactos, a pesar de ser responsable de menos del 0,5% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI), con sustanciales diferencias entre países.
Centroamérica está expuesta a amenazas globales, las que se conjugan con vulnerabilidades socialmente construidas a lo largo de décadas aunque con diferencias muy notables entre países
Dos sectores que sobresalen, tanto por su importancia económica y social como por su vulnerabilidad ante el cambio climático, son agricultura y energía. A mediano y largo plazos se prevé afectación de cultivos como maíz, frijol y arroz, fundamentales para la alimentación y la economía de muchos pequeños productores en la región. El periodo de auge económico mundial que precedió la crisis financiera fue una época de dificultades para Centroamérica por el incremento de los precios de commodities (alimentos e hidrocarburos) en el tanto no son de producción en la región. Por otro lado, en energía los retos apuntan en dos sentidos: la necesidad de reducir las emisiones de GEI en un marco de alta dependencia de hidrocarburos, y los problemas que puedan presentarse en la disponibilidad y manejo del agua para la generación futura de energía eléctrica (afectación del ciclo hidrológico e incrementos en eventos naturales extremos). Esto en una región que tiene de por sí importantes limitaciones para contar con la energía que requiere su desarrollo.
Existen muchas oportunidades para la reconversión de la producción energética al aprovechar un marco y la escala centroamericana
Aunque los impactos del cambio climático en la región se dan en pago de una factura en gran parte ajena, la región también ha aportado degradación ambiental y deforestación, usos insostenibles de energía y desorden urbano, que no la eximen de responsabilidad global, y que han deteriorado la sostenibilidad ambiental de la región. En la década pasada, Centroamérica pasó de tener un balance positivo entre huella ecológica y biocapacidad, a tener uno negativo. Cambio que se explica, principalmente, por una dependencia energética generalizada de los hidrocarburos (44%), pero también por el uso de la leña (38%), especialmente en los países de menor desarrollo. La energía eléctrica aporta un 12%, aunque está en franco retroceso su producción con fuentes limpias, ya que pasó de 91% a un 63%, en poco menos de dos décadas a partir de 1990. Apenas se comienza a utilizar fuentes eólicas y geotérmicas en tan solo dos países de la región.
La respuesta global necesaria ante el cambio climático es la reducción drástica de emisiones, adoptando nuevas tecnologías y haciendo más eficientes las actuales, y en esto el sector energético es clave (Stern, 2007). La demanda energética de los países en vías de desarrollo (cerca del 80% de la población mundial) tendría un crecimiento del orden del 4% o 5% anual. Esto lanza localmente el reto de lograr menos emisiones sin descuidar las necesidades de esta población muy lejanas a los niveles de consumo de los países desarrollados.
En este sentido, existen muchas oportunidades para la reconversión de la producción energética centroamericana y en las acciones regionales. La ventaja es que el camino ya se emprendió y se cuenta con un sistema eléctrico interconectado que ha adoptado pautas del mercado de compra y venta de energía, y avanzó en la creación de una empresa de generación y de plantas regionales de generación.
BIBLIOGRAFÍA MÍNIMA
Lavell A. y Lavell C. 2010. Riesgo, desastres y gestión del riesgo en Centroamérica 1999-2010. Ponencia para el Informe Estado de la Región 2010. http://www.estadonacion.or.cr
Cepal, 2009. Istmo centroamericano: las fuentes renovables de energía y el cumplimiento de la estrategia 2020. Ciudad de México. Comisión Económica para América Latina.
Olade 2012. Sistema de información de económica energética. Energía en cifras. Organización Latinoamericana de Energía.
http://www.olade.org
Programa Estado de la Nación, 2008. Informe sobre el Estado de la Nación.
http://www.estadonacion.or.cr
Programa Estado de la Región, 2008 y 2010. Informe Estado de la Región centroamericana. http://www.estadonacion.or.cr
Stern, N. 2007. The economics of climate change: The Stern review. Cambridge, Cambridge University Press.
(Ver bibliografía amplia en Programa Estado de la Región 2010: 607 a 610).