El Servicio Exterior Español apuesta por la diplomacia digital
La mayor transparencia y proximidad a los ciudadanos que se espera hoy de los gobiernos y que es consecuencia del creciente arraigo de los principios democráticos en nuestras sociedades, está poniendo de relieve la importancia de la función de comunicación. La revolución tecnológica que se ha producido en este campo con la aparición de Internet y de las nuevas herramientas digitales, particularmente de las redes sociales, está determinando la ineludible renovación de las pautas de funcionamiento de la Administración, buscando una mayor eficacia en la prestación del servicio público y una mejora de su reputación. Un fenómeno similar se está produciendo también en el ámbito de la diplomacia.
Internet y las TICs han convertido a los individuos en actores en el campo de las relaciones internacionales, en la medida en la que sus opiniones cuentan y pueden hacerlas llegar directamente a gobernantes, líderes de opinión, ministerios de asuntos exteriores y embajadas y consulados. La tradicional información unidireccional de los gobiernos está dejando paso a la comunicación, entendida como función bidireccional que incluye aspectos tales como: capacidad de escucha, voluntad de diálogo y fomento del mutuo conocimiento. La diplomacia que incorpora esta nueva forma de relacionarse con la ciudadanía y que lo hace mediante la utilización de las nuevas herramientas digitales es lo que conocemos como diplomacia en red o diplomacia digital.
El MAEC ha hecho una apuesta clara por la modernización y la incorporación de las nuevas tecnologías al ejercicio de la función diplomática
¿Qué están haciendo el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación (MAEC) y los profesionales de la diplomacia en España para transitar desde una diplomacia que podríamos denominar tradicional a la nueva diplomacia?
El MAEC ha hecho una apuesta clara por la modernización y la incorporación de las nuevas tecnologías al ejercicio de la función diplomática. En los últimos años, se ha procedido a una renovación de las páginas Web del Ministerio y de nuestras representaciones en el exterior y se han abierto cuentas en redes sociales tanto en la sede central como en numerosas embajadas y consulados, lo que permite establecer un contacto directo con la sociedad civil en los países en los que tenemos representación diplomática así como con las empresas españolas y miembros de la colonia española. Muchos diplomáticos tienen abiertos blogs en los que, de forma amena, comentan aspectos relacionados con la labor que realizan, así como sus experiencias personales en sus respectivos destinos.
Por otro lado, se está realizando un importante esfuerzo desde el Ministerio por implantar la cultura de lo digital en nuestro Servicio Exterior. Se trata de un proceso gradual que comenzó hace dos años con el lanzamiento de un ejercicio denominado “Plan de Comunicación de las Representaciones de España en el Exterior”, en el que participan todas nuestras misiones diplomáticas, representaciones permanentes y oficinas consulares, y que tiene como principales objetivos: modernizar la función de comunicación, definiendo buenas prácticas y compartiéndolas en red; impartir cursos de formación sobre diplomacia en red a los miembros del Servicio Exterior; y hacer una profunda reflexión conjunta por parte de los diplomáticos sobre la mejor manera de transitar hacia el nuevo modelo de diplomacia digital, que se adapte a las particulares circunstancias de nuestro país y de nuestra administración entendiendo por tales las necesidades, medios, recursos, procedimientos y valores de la sociedad española.
Sería de gran ayuda que en la estrategia de política exterior se reconozca la importancia creciente de la comunicación y de la diplomacia digital como instrumentos de proyección internacional de nuestro país
Fruto de esa reflexión se van identificando una serie de retos a los que, de manera gradual pero decidida, se tendrá que hacer frente, en el transcurso de los próximos meses y años, desde la Administración, y desde el MAEC en particular, para conseguir el objetivo de mantener y acrecentar la presencia e influencia de nuestro país en el nuevo contexto internacional. Como aspectos más importantes se señalan los siguientes:
• Necesidad de identificar nuevos mecanismos de coordinación, procedimientos de trabajo y protocolos de actuación adaptados a la incorporación de las nuevas herramientas digitales a la labor del diplomático.
• Dotar de recursos humanos suficientes a las unidades encargadas de la gestión de las herramientas digitales.
• Sin perjuicio de que en los momentos de dificultad económica como el que vivimos se hace especialmente necesario sacar el máximo partido de los recursos disponibles, la nueva diplomacia en la era digital hace ineludible destinar fondos crecientes del presupuesto a la formación continua de los miembros del servicio exterior, incluyendo las nuevas competencias digitales, y a la renovación tecnológica que posibilite la plena implantación en el MAEC y en nuestras representaciones en el exterior del uso de las nuevas herramientas digitales, preservando la seguridad de las comunicaciones.
• Teniendo en cuenta que las redes sociales son sobre todo un motor de innovación y cambio, se impone asimismo la necesidad de implantar en el servicio exterior un sistema eficaz de gestión del conocimiento y del talento.
• Identificar mecanismos de colaboración con consultorías de comunicación, con think tanks, universidades y con otros actores de la diplomacia pública y mantener contactos con los actores internacionales más relevantes en materia de diplomacia digital para identificar buenas prácticas que puedan adaptarse a nuestro Servicio Exterior.
• Finalmente, sería de gran ayuda para conseguir los anteriores objetivos que en la estrategia de política exterior que debe aprobar el Gobierno en el marco de la ley de Acción Exterior y del Servicio Exterior, se reconozca expresamente la importancia creciente de la comunicación y de la diplomacia digital como instrumentos de la proyección internacional de nuestro país.
Los diplomáticos españoles somos conscientes de los cambios que se están produciendo en el ejercicio de la diplomacia. Sabemos también que aunque las funciones básicas de la labor de un diplomático: representar, informar y proteger siguen siendo las mismas, ha cambiado sin embargo la forma de desempeñarlas. No podemos desaprovechar los nuevos recursos y posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías para lo que se hace imprescindible promover las necesarias adaptaciones en nuestro Ministerio y en nuestras embajadas y consulados. Finalmente, debemos buscar la proximidad con la ciudadanía, garantizando así el mejor cumplimiento de nuestra función de servicio público y aprovechando el caudal de ideas y talento que circula por la red.