La inteligencia en el sector privado como ventaja competitiva
En el pasado los servicios de inteligencia estatales y las empresas estaban en contacto fundamentalmente para prevenir situaciones relativas a la seguridad de sus centros operativos y de sus empleados. El riesgo era de atentados terroristas a bienes y personas, prevención de secuestros y otras situaciones de peligro en zonas de conflicto.
Hoy en día esos riesgos persisten aunque de otra índole, pero se ven además completados por una panoplia de nuevas amenazas que han surgido con las nuevas tecnologías (ciberataques), con la expansión internacional de sus empresas y con auténticos conflictos no ya bélicos, sino económicos. En nuestro tiempo, el campo de batalla principal es económico. Incluso a nivel europeo y entre socios y aliados.
La importancia estratégica de la inteligencia ha pasado de los responsables de seguridad en la empresa a la mesa del presidente o CEO de la compañía
El CNI ha pasado del Ministerio de Defensa a depender de la Vicepresidencia del Estado precisamente por ampliar también su marco de acción de la seguridad y defensa del Estado a los intereses generales de éste. Y, en el ámbito del capital privado, la importancia estratégica de la inteligencia ha pasado de los responsables de seguridad en la empresa a la mesa del presidente o CEO de la compañía. El término de nuevo cuño es Inteligencia Corporativa.
En el siglo XXI, los servicios de inteligencia de los Estados han reforzado sus divisiones de inteligencia económica, específicamente dedicadas a la defensa de intereses económicos, financieros y empresariales, en definitiva al seguimiento y vigilancia de todo aquello que sea susceptible de generar un interés económico nacional en clave defensiva o expansiva. Del mismo modo, los presidentes de las grandes compañías se han dotado de esta ventaja competitiva con la contratación de consultores especialistas en esta materia.
En clave defensiva, un Estado vigilará todo aquello que pueda desestabilizar la economía, las finanzas o el comercio del país. Por ejemplo, todos los países que dependen de un recurso mineral o fósil seguirán y apoyarán a sus industrias del sector, estratégicas para el Estado. Si en lo primero que se piensa es en el petróleo o en la energía en general, ya sea en Europa, por la dependencia del suministro, en otras latitudes ricas energéticamente sorprende que la mayor amenaza sea por ejemplo el corte de las rutas de suministro de agua o aprovisionamiento de alimentos. En 48 horas de bloqueo, algún país del Golfo árabe sufriría graves consecuencias para su población. Esta situación de crisis podría venir provocada por un conflicto bélico cercano, por un boicot o represalias a unas sanciones económicas, o hasta por una huelga de transportistas. Ahora escuchamos como la bajada drástica del precio del petróleo puede desestabilizar a algunos países y hace tres años los mercados financieros se ensañaron particularmente con España, hablándose de rescate. Los recursos, la economía, los mercados financieros y el ciberespacio son los principales campos de batalla actuales.
En clave expansiva, es habitual que las empresas y consorcios empresariales tengan apoyo de sus embajadas y de los servicios de inteligencia económica de sus países de origen –si éstos disponen de ellos–, así como de sus socios empresariales locales. Países aliados en el plano político son puntualmente formidables adversarios comerciales con empresas o consorcios que compiten entre sí en concursos o contratos internacionales. Como precisa José Antonio Llorente en estas páginas, es imprescindible disponer de información y del correcto análisis de ésta, por un lado, y de la capacidad de relacionamiento público y privado, por otro. Por ello, además de los imprescindibles servicios de despachos de abogados, consultores de comunicación y de relacionamiento institucional, se contratan servicios de inteligencia estratégica.
Además de los imprescindibles servicios de despachos de abogados, consultores de comunicación y de relacionamiento institucional, se contratan servicios de inteligencia estratégica
Es relevante destacar que el relacionamiento público (o lobbying) se tiende a confundir con la capacidad de influencia o presión (advocacy) y con la actividad de inteligencia. Todas se complementan. La influencia se ejerce sobre todo a través de la comunicación y el plan de relacionamiento con todos los stakeholders de la empresa, generando así una opinión favorable a nuestros intereses, mientras que el lobbying profesionalizado, a su vez, ejerce esta labor de argumentación y defensa de intereses (advocacy en el mundo anglosajón) con líderes de opinión y decisores estratégicos, aportando información y argumentos clave que ayuden a diferenciar las ventajas competitivas. La inteligencia corporativa, a su vez, investiga y analiza el estado de opinión de todos los interlocutores, sus círculos de confianza e influencia y las estrategias y movimientos tácticos de los competidores. En Francia lo llaman veille stratégique o vigilia estratégica. Esto no se deja al azar y se contrata expresamente, ya sea de forma permanente o cuando está en juego un contrato o una adquisición a gran escala.
Mientras que en Estados Unidos, Francia, Reino Unido o Alemania son varias las empresas de consultoría especializadas en esta actividad de inteligencia que aportan valor añadido de primer orden estratégico a sus clientes, en España somos pocas.