La relación UE-Celac: “Eppur si muove!”
Quienes creemos en la enorme potencialidad de América Latina seguimos viendo medio lleno el vaso que mide nuestro marco de relaciones políticas y económicas. Puede decirse que, en los últimos años, nuestro peso económico e influencia política han descendido. Puede y debe reconocerse que otros países están pisando fuerte en sus inversiones y en sus acuerdos comerciales, China especialmente, aunque no sólo. Resulta innegable que la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México) está funcionando muy bien y abriendo enormes expectativas en Asia para toda la región. No es discutible tampoco que los años de crecimiento económico, a una media del 4 % en el conjunto de América Latina, han terminado, y que una grave crisis de precios en los productos primarios de exportación está golpeando muy seriamente las finanzas públicas de muchos de los principales países latinoamericanos. Puede, incluso, añadirse el deterioro grave de la democracia venezolana, y los preocupantes escenarios que se ciernen sobre la población de ese país tan querido e importante.
Muchos creemos que América Latina seguirá creciendo y seguirá siendo un magnífico lugar de inversión, de comercio y de modernización social
Eppur si muove, como dijera Galileo. Muchos creemos que América Latina seguirá creciendo y seguirá siendo un magnífico lugar de inversión, de comercio y de modernización social. Su demografía es esperanzadora. Las necesidades de inversión son enormes en sus infraestructuras físicas y tecnológicas. El nivel educativo básico es notable en la mayoría de los países. Su población tiene una voluntad encomiable de avanzar y progresar. La clase media ha crecido masivamente estos últimos años. Los márgenes de crecimiento en bancarización, seguros, telecomunicaciones, servicios, transporte, puertos, aeropuertos, en matriz productiva en general, son muy amplios. Las democracias se han consolidado y un nuevo pacto entre izquierda política y empresa empieza a emerger.
La Cumbre UE-Celac de primeros de junio, celebrada en Bruselas, ha respondido a este contexto y a una doble demanda. Por una parte, acentuar la Alianza Estratégica Birregional, para hacer más cosas juntos y para hacerlas mejor en el exigente mundo globalizado, desde una visión bastante semejante de la democracia, el Estado de Derecho, los Derechos Humanos y los grandes retos de la gobernanza: paz, cambio climático, ordenación financiera, objetivos de desarrollo post-2015, movimientos migratorios, etc. Por otra, intensificar nuestros respectivos espacios de comercio, diálogo político y cooperación. Es decir, modernizar y actualizar los Acuerdos de la UE con México y con Chile. Culminar las negociaciones del Acuerdo UE-Ecuador, que se incorpora al ya vigente Acuerdo con Colombia y Perú. Retomar las negociaciones con Mercosur. Intensificar la cooperación con Centroamérica. Y, finalmente, suscribir un amplio acuerdo con Cuba, que ya se está negociando desde abril de 2014.
América Latina se mueve. En la buena dirección con Cuba, que, muy probablemente, acabará restableciendo relaciones políticas plenas con EE. UU. y abrirá la isla al intercambio comercial y a la inversión económica, como antesala a la apertura del espacio electrónico (redes, televisión, telecomunicaciones, etc.) y, con ella, a la libertad y a la democracia. Lástima, dicho sea de paso, que el Gobierno de España esté tan ausente en un proceso en el que debiéramos ser, por innumerables razones, protagonistas principales. Se mueve, también, en el camino de la esperanza, con dudas y pasos atrás, el proceso de paz en Colombia. Si el Presidente Santos y las FARC firman la paz, ese país tendrá unas enormes sinergias de crecimiento y progreso, por complejas y difíciles que sean -y lo son mucho- las consecuencias y condiciones del cese de la violencia. América Latina se mueve en la consolidación de sus democracias, en la modernización de sus estructuras administrativas, en el desarrollo de Estados más fuertes y serios, con Haciendas más eficaces y servicios públicos de educación, sanidad y lucha contra la exclusión, más robustos.
Europa debe mirar a América Latina, antes de que las miradas americanas al Pacífico nos den la espalda
Queda un amplio campo para seguir acentuando nuestras relaciones. Tal y como tuve la oportunidad de decir a todos los Jefes de Estado y de Gobierno reunidos en la Cumbre UE-Celac, en el discurso que me correspondió hacer ante ellos en nombre de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (EuroLat), el siguiente reto de nuestras relaciones es la intensificación de nuestros intercambios sociales: estudiantes, profesores e investigadores, empresarios, universidades, ONGs, deben unir el círculo cultural e histórico que somos América Latina y Europa. Europa debe mirar a América Latina, les dije, antes de que las miradas americanas al Pacífico nos den la espalda. Y ahora, añado, España es clave en el proyecto de unir universidades, de conectar sociedades, de ir de la mano en el mundo, de ayudarnos a mejorar con nuestras mejores prácticas, de enriquecernos mutuamente, de hacer más cosas juntos. Lamentablemente, en los últimos años hemos perdido pie y peso en ese espacio vital que es América Latina, dada nuestra extraña y leve política internacional.