México-UE: responsabilidad global compartida
México tiene un interés estratégico en mantener una relación profunda, sólida, moderna y ambiciosa con la UE, con base en los valores compartidos de democracia, respeto a los derechos humanos y diálogo social, así como en una herencia cultural común y fuertes lazos históricos, políticos, económicos y humanos. Además, nos une nuestro apoyo al libre mercado y a un sistema internacional basado en normas para garantizar la paz y la seguridad. También compartimos intereses: ambos sabemos del potencial del libre comercio, la inversión extranjera directa y la integración para impulsar el desarrollo económico y la cohesión social.
Para satisfacer dichos intereses, ambas partes deben ser capaces de idear o modificar los instrumentos y mecanismos necesarios para concretar más iniciativas, profundizar el diálogo político, incrementar el comercio, la inversión y el turismo, y aumentar la cooperación. En eso consiste la tarea en curso de poner al día el Acuerdo Global y la Asociación Estratégica con su Plan Ejecutivo Conjunto, para que reflejen los cambios de los últimos quince años en México, en la UE y en el entorno global y traigan mayores beneficios para nuestras sociedades.
Para México, la UE es un aliado estratégico en temas multilaterales y un actor decisivo para conformar un orden más justo y enfrentar los retos globales
En 1950, los europeos emprendieron el proyecto de integración más ambicioso y exitoso de la historia, y dieron una gran lección sobre cómo innovar en la creación de instituciones eficaces y poderosas que hoy permiten lograr los equilibrios que sostienen a la UE, la cual representa 26 % del PIB mundial, es la primera potencia comercial y el primer donante de ayuda al desarrollo. Además, es un polo de desarrollo tecnológico y sede de empresas líderes en sectores estratégicos para México, como el automotriz, el aeronáutico y el farmacéutico. En lo comercial, la UE es nuestro tercer socio y, entre 1999 y 2013, fue el segundo inversionista.
Los contactos gubernamentales con la UE y con sus Estados miembros son frecuentes y fructíferos. Desde el inicio del gobierno del presidente Peña Nieto, hemos suscrito más de doscientos acuerdos sobre salud, educación, aeronáutica, energía, y cooperación científico-técnica y económico-comercial, entre otros. Se han hecho cuatro visitas de Estado –Portugal, España, Reino Unido y Francia– y una oficial –Italia–, y hemos recibido en México a altos dignatarios de una docena de Estados miembros, además de los múltiples encuentros del canciller Meade con sus contrapartes europeas. Con la UE, de la que México es socio estratégico, acabamos de celebrar la VII Cumbre en la que acordamos dar pasos significativos para impulsar el proceso de actualización de nuestro marco jurídico bilateral e iniciar negociaciones en breve.
Para México, la UE es un aliado estratégico en temas multilaterales y un actor decisivo para conformar un orden más justo y enfrentar los retos globales. Las coincidencias en Naciones Unidas y en el G20 son múltiples y frecuentes, y somos un interlocutor importante el uno del otro. Además, ambos tenemos gran disposición para asumir mayores responsabilidades en el ámbito global, particularmente en temas como el cambio climático, la Agenda de Desarrollo Post-2015, el problema mundial de las drogas, la migración o las Operaciones para el Mantenimiento de la Paz al amparo de Naciones Unidas. Cualquier esfuerzo será mucho más eficaz si México y la UE trabajan de manera conjunta.
Esto también aplica al ámbito de la cooperación internacional. La UE es un actor de primera importancia en este sector y México está desarrollando sus capacidades para participar, no sólo como receptor como en el pasado, sino también como oferente, lo cual abre la posibilidad de promover más proyectos bilaterales, pero, sobre todo, de incursionar en la cooperación triangular.
Hay pocos actores en el entorno internacional que sean más idóneos que la UE para contribuir a que México alcance sus objetivos internos y externos
A los pilares básicos de diálogo político, integración económica y cooperación de la relación bilateral, hay que sumar una amplia agenda de temas específicos en los que la colaboración entre la UE y México es, de suyo, benéfica. Tal es el caso de los intercambios en materia de ciencia y tecnología, formación, energía, educación superior, derechos humanos, justicia, política regional y empleo, por ejemplo.
Hay pocos actores en el entorno internacional que sean más idóneos que la UE para contribuir a que México alcance sus objetivos internos y externos. Además, México y Europa están llamados a desempeñar un papel significativo en el sistema internacional, cada uno en su ámbito de y a partir de sus capacidades, pero, también conjuntamente, con base en sus coincidencias en valores e intereses, para contribuir a conformar un escenario global en el que puedan desarrollarse plenamente.
Mexicanos y europeos tenemos una agenda amplia y dinámica y sinergias que nos unen a pesar de la distancia. Nuestros esfuerzos tienen una inherente complementariedad que los hará mucho más fructíferos si profundizamos las relaciones y procuramos beneficios tangibles y concretos para nuestras sociedades.
