Unión Europea-América Latina y Caribe: nuevos desafíos
Los históricos lazos políticos, culturales y económicos entre Europa y América Latina y El Caribe (ALC) son de larga data, pero recién desde 1999, luego del primer encuentro birregional en Río de Janeiro, las relaciones entre ALC y la Unión Europea (UE) han adquirido un carácter más institucional, convirtiéndose en componente sustantivo de las estrategias políticas y económicas en ambas regiones, especialmente en los temas económicos y de cooperación internacional.
Tenemos claro que, en años recientes, la relación comercial entre nuestras regiones se ha visto afectada, como consecuencia de la persistente crisis económica europea, agravada por la crisis internacional desatada en 2008-2009. Sin embargo, América Latina y El Caribe están interesados en fortalecer los vínculos económicos con la UE.
La profundización de las relaciones económicas entre nuestras dos regiones debiera ser parte relevante en la agenda. En efecto, hoy día, cuando los desafíos comerciales colocan a las regiones en el centro del mundo global, ALC no puede eludir que en la reorganización del mapa geoeconómico global, Europa tiene un peso muy significativo. Al mismo tiempo, la diversificación productiva que requiere ALC y el aporte científico-tecnológico y las capacidades de inversión europeas que pueden aportar a ese objetivo son insoslayables.
Nos interesa fomentar los flujos europeos de inversión y el acercamiento entre firmas europeas y las multilatinas
La UE es el primer inversionista, la primera fuente de Ayuda Oficial al Desarrollo, el segundo socio comercial, y el primer importador mundial de alimentos de ALC. El programa de la UE de investigación, innovación, ciencia y tecnología, “Horizonte 2020” está abierto a la participación de nuestros países, al igual que el nuevo programa “Erasmus Plus” para movilidad estudiantil y académica. Es preciso aprovechar plenamente esas oportunidades para mejorar la productividad y la competitividad.
Nos interesa fomentar los flujos europeos de inversión y el acercamiento entre firmas europeas y las multilatinas, las que están cada vez más presentes en territorio europeo. En este sentido, hay que destacar que el Banco Europeo de Inversiones tiene previsto destinar hasta 2 300 millones de euros para proyectos de conectividad en nuestra región. Esos recursos, junto a los que nosotros contamos con la CAF y el BID, abren oportunidades inéditas para favorecer el desarrollo regional. La infraestructura, energía, turismo, universidades y centros tecnológicos podrían verse beneficiados con financiamiento conjunto y la experiencia profesional europea.
Otro ámbito en el que se advierten nuevas iniciativas tiene que ver con los acuerdos de asociación birregionales e interregionales. En este campo, el proceso abierto a comienzos del 2000 con la firma de acuerdos de asociación integral entre la UE y México, Chile, Perú y Colombia, así como con América Central, conoce un renovado impulso, al que se suma el reinicio de la negociación para un acuerdo UE-Mercosur. Además, en 2014 se han producido dos acontecimientos significativos: en julio, Ecuador y la UE alcanzaron un acuerdo comercial, en tanto que en febrero, la UE y Cuba restablecieron el diálogo con vistas a concretizar un acuerdo especial de cooperación para desarrollar el comercio y la inversión.
Finalmente, la creación de la Alianza del Pacífico (AP), que integran Chile, Colombia, México y Perú, con 42 observadores, 13 de ellos miembros de la UE, ha venido a dinamizar un proceso de integración latinoamericana acorde con las nuevas tendencias de las relaciones económicas internacionales.
La iniciativa de Chile, bien acogida por sus socios de la AP, de “convergencia en la diversidad” para generar un espacio de complementariedad con el Mercosur, para enfrentar necesidades comunes en conectividad, energía, facilitación de comercio, entre otras, significa que en la convergencia la región completa se fortalece, y podrá relacionarse mejor con otras regiones, en particular con la UE.
América Latina y Europa se necesitan
También, las relaciones en materia de cooperación están evolucionando como consecuencia de la implementación de los ocho capítulos temáticos que han sido adoptados en 2010 a partir de los ejes prioritarios de las Líneas de Acción de Madrid (Ciencia, investigación, innovación y tecnología; Desarrollo sostenible; Medio ambiente, cambio climático, biodiversidad, energía; Integración regional e interconectividad para fomentar la integración y la cohesión social; Migraciones; Educación y empleo para fomentar la integración y la cohesión social; y el problema mundial de la droga) completadas en 2013 en la Cumbre de Santiago de Chile con dos nuevos capítulos: Género e Inversiones. Todos estos temas son de la primera importancia para Chile y, por cierto, también para toda la región.
América Latina y Europa se necesitan. Los actuales momentos de dificultades económicas en ambas regiones serán superados. Las diferencias políticas, tanto en Europa como en nuestra región, nos llaman a promover la convergencia, y no debieran ser obstáculo para profundizar nuestros vínculos económicos y de cooperación.
