COP21, medio ambiente y reputación corporativa
Un acuerdo global para luchar contra el cambio climático
Ha finalizado la Cumbre del Clima de París, en la que representantes de 195 países, además de la Unión Europea, han trabajado para alcanzar un acuerdo global con el objetivo de luchar contra el cambio climático. Durante las dos semanas que ha durado este encuentro, se ha abordado la consecución de un pacto para lograr que el calentamiento del planeta no supere los 2 grados a finales de siglo respecto a la temperatura registrada antes de la Revolución Industrial. Y el encuentro ha suscitado un interés sin precedentes, después de que en 2009 en la Cumbre de Copenhague no se lograra ningún acuerdo.
Un pacto que ahora es más necesario que nunca, ya que la temperatura ha aumentado en 1,02 grados desde la época preindustrial, se ha llegado a un récord histórico de concentración de CO2 en la atmósfera (400 partes por millón) y 2014 ha sido el año más cálido registrado en los últimos 135 años, cuando comenzaron los registros climáticos.
Hoy, más que nunca, las organizaciones deberán trabajar en proyectar un posicionamiento de compromiso en sus esfuerzos de reducción de las emisiones y en el respeto al medio ambiente
La cumbre ha puesto la vista tras el horizonte 2020, sustituyendo la segunda fase del Protocolo de Kioto, y con vocación de alcanzar un acuerdo que perdure hasta 2050. Uno de los cambios más relevantes es incluir a todos los países, cubriendo así el 100 % de los gases de efecto invernadero, a diferencia del protocolo actual, que sólo incluye un grupo de países que representan el 11 % de las emisiones a nivel mundial. En París, los representantes políticos quieren también marcar el inicio del fin de los combustibles fósiles.
La COP21 concluyó con un acuerdo vinculante en un tono de transcendencia histórica. Por primera vez se alcanzó el compromiso mundial por “mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2 grados con respecto a los niveles preindustriales y perseguir los esfuerzos para limitar el aumento a 1,5 grados”.
Pero más allá de ese compromiso, la cumbre ha determinado que los países desarrollados deberán proporcionar apoyo financiero a la reconversión energética de los países en vías de desarrollo y a enfrentar fenómenos relacionados con el cambio climático, como la intensificación de las sequías y los huracanes. No se habla sólo de medio ambiente, se habla de acción social ya que se reconoce a las islas vulnerables al alza del nivel de los océanos y a los países pobres más expuestos al cambio climático el derecho a obtener respaldos para “evitar, reducir al mínimo y afrontar las pérdidas y los daños relacionados con los efectos adversos” de este fenómeno.
Una nueva era cooperativa de alcance social y económico
Sin embargo, este reto no será alcanzable sin la cooperación entre países y actores sociales. En palabras de Samantha Smith, Líder de la Iniciativa Global de Clima y Energía de WWF “estamos en el comienzo de una nueva era de acción cooperativa por parte de todos los países y en todos los niveles de la sociedad”.
Y en este contexto, ¿cómo hacer efectivo el compromiso adquirido por los gobiernos? ¿Qué papel tienen las empresas? ¿Hasta qué nivel los ciudadanos pueden exigir este cumplimiento? ¿Cómo pueden las empresas actuar como actores sociales y comprometerse con esta realidad?
La transparencia en la gestión y la producción, así como la sostenibilidad, marcarán la agenda corporativa
El futuro al que nos enfrentamos nada tiene que ver con el mundo que conocemos. La transparencia en la gestión y la producción, así como la sostenibilidad –entendida como fijar límites al crecimiento del capitalismo–, marcarán la agenda corporativa en los próximos años.
Las organizaciones estarán obligadas a incorporar la cultura del medio ambiente en todos sus procesos y decisiones, empezando por la estrategia –entendiendo y aprovechando el nuevo escenario de la llamada low-carbon economy e identificando los riegos de cambio climático en la cadena de producción– atendiendo al cumplimiento local y global de las directrices derivadas de esta nueva situación, así como a la captación de inversiones socialmente responsables basadas en su compromiso medioambiental o identificando incentivos fiscales vinculados a la reducción del carbón.
Un nuevo lenguaje para la sostenibilidad del futuro
Sin embargo, dichas iniciativas no serán suficientes si no se atiende a aquellas que se refieren a la reputación. Y ello porque, desde hoy, más que nunca, las organizaciones deberán trabajar en proyectar un posicionamiento de compromiso en sus esfuerzos de reducción de las emisiones y en el respeto al medio ambiente, en general.
La reducción del CO2 pasa a ser clave a la hora de lograr la aceptación de la actividad corporativa por parte de los distintos públicos de interés y ello obliga a las organizaciones a apostar por el territorio del medio ambiente, adaptado a sus propias dinámicas de generación de residuos, trazando a su vez estrategias diferenciadoras y tácticas innovadoras que permitan que su relato se diferencie.
Nada puede llevarse a cabo de forma efectiva sin que el CEO se comprometa a la inclusión recurrente del mensaje de sostenibilidad en su discurso corporativo. Al objeto de que dicho relato goce de consistencia, la organización deberá establecer relaciones estables con los actores claves en medio ambiente y mantener un diálogo fluido y estable en el tiempo. El cambio cultural obligará a la organización a mantener una actitud pro-activa en relación a su compromiso con el medio ambiente, dejando atrás hábitos evasivos e incluso opacos en torno a este asunto. La proactividad, la transparencia y el compromiso de los hechos otorgarán credibilidad a la estrategia de comunicación de la sostenibilidad de las organizaciones, protegiendo la reputación de sus marcas en este nuevo y más exigente contexto.
Desde un punto de vista más táctico, los responsables de la reputación de las compañías deberán adaptar el relato poniendo de manifiesto la voluntad de su organización de alcanzar los acuerdos impulsados en París. No bastará con simples promesas o voluntades inespecíficas, sino que el relato exigirá la solidez de los datos y éstos deberán ser cuantitativos y arrojar procesos de mejora medibles y sostenibles en el tiempo. En este contexto de alta exigencia, el rigor en el uso del lenguaje cobrará especial relevancia, pero las organizaciones deberán adaptar el relato a sus distintos públicos, haciéndolo inteligible, accesible, comprensible, tal y como sucedió en el pasado con la comunicación de los procesos productivos o financieros.
La innovación en el lenguaje de la sostenibilidad no difiere de las técnicas que los responsables de la reputación de las compañías están aplicando en sus relatos generales
Y es que la quíntuple cuenta de resultados es ya una realidad para la mayor parte de las organizaciones, pero en este nuevo paradigma resultará clave comunicarla adecuadamente a los distintos grupos de interés atendiendo, en lo que se refiere al medio ambiente, a las entidades del tercer sector altamente acreditadas en la materia. Los sistemas de reporting internos modificarán los procesos de las tecnologías de la información y las organizaciones buscarán el refrendo de sellos que aporten garantía a la actividad reportada.
Finalmente, la innovación en el lenguaje de la sostenibilidad no difiere de las técnicas que los responsables de la reputación de las compañías están aplicando en sus relatos generales. La aportación de testimoniales, la opinión de terceros autorizados, el uso de la imagen, el contenido interactivo, la viralización, la conexión con la actualidad deberán presidir los espacios de sostenibilidad que las organizaciones pongan a disposición de la opinión pública si desean que su contenido alcance un vínculo emocional consistente. Todo ello, como es obvio, no disculpa a la organización en su responsabilidad de velar por la alta calidad de los contenidos, sean cuales sean esas fuentes de riqueza externa, capturando la atención de las audiencias en un contexto en el que lo efímero ha sido democratizado a través de la revolución tecnológica.
Los resultados de la Cumbre del Clima de París han determinado pues, no sólo las políticas de los países en materia de reducción de emisiones, sino también el camino a seguir para las compañías que apuesten por la sostenibilidad en su estrategia empresarial, elemento indiscutible para su reputación en un contexto en el que la lucha contra el cambio climático es un imperativo ético.