Creatividad e innovación en tiempos de pandemia
Aunque en un primer momento, creatividad e innovación pueden parecer conceptos sinónimos, y hasta cierto punto que se solapen temporalmente, existen diferencias importantes. La creatividad, puede entenderse como la capacidad de generar nuevas ideas útiles, en cualquier materia, que conduzcan a soluciones originales. Para que una idea pueda considerarse creativa, ha de cumplir una serie de requisitos: diferenciarse con lo que se haya hecho hasta ese momento, adecuarse al objetivo predefinido al que se intenta dar solución, y ser valiosa o expresiva.
Por otro lado, la innovación, desde una perspectiva amplia, consiste en aplicar con éxito las ideas creativas a una organización, producto o servicio, materializándolas en el desarrollo o planteamiento de mejoras incrementales, sustanciales.
Un proceso creativo o una idea disruptiva, no necesariamente llevará a una innovación que pueda materializarse en un nuevo proceso o producto. Las limitaciones técnicas, la falta de financiación para llevar a cabo el desarrollo de la idea, la ausencia de mercado, o los elevados costes de desarrollo, pueden llevar al fracaso.
La innovación, desde una perspectiva amplia, consiste en aplicar con éxito las ideas creativas a una organización, producto o servicio, materializándolas en el desarrollo o planteamiento de mejoras incrementales, sustanciales.
El Manual de Frascati, referente en la medición de las actividades científicas, tecnológicas y de innovación, ya pone en relevancia la necesidad del proceso creativo vinculado a los proyectos de Investigación y Desarrollo (I+D), donde se debe tener como objetivo nuevos conceptos o ideas que mejoren el conocimiento ya existente. Esto excluye de la I+D cualquier cambio rutinario de productos o procesos y, por lo tanto, una aportación humana es inherente a la creatividad en la I+D. Por ello, un proyecto de I+D necesita de la contribución de un investigador.
En este proceso, es por lo tanto fundamental el talento humano, las políticas implantadas por las compañías para incentivar la aportación de ideas, perder el miedo al error, el trabajo en equipo para el intercambio de ideas y experiencias, y por supuesto el liderazgo. Es necesario que las empresas apoyen el proceso creativo en interno. No obstante, no siempre ser creativo va de la mano de ser productivo, siendo esta dicotomía difícil de gestionar en el entorno empresarial (tener tiempo para pensar implica ser más flexible y menos productivo).
El vínculo entre creatividad e innovación es fuerte, y necesario para poder aportar soluciones disruptivas, que supongan un salto tecnológico importante. El ser humano, se caracteriza entre otras cosas, por su capacidad de adaptarse en entornos agresivos, a subsistir, a ser creativo para poder sobrevivir. Esta pandemia ha puesto más que nunca sobre la mesa la necesidad de adaptarse a un entorno complejo, en un tiempo récord.
De hecho, la crisis sanitaria ha modificado de manera radical nuestra manera de vivir, de relacionarnos, de consumir, de trabajar: Según el informe Global E-commerce 2020 de eMarketer, España ostenta una posición de liderazgo entre los países que han aumentado más su comercio electrónico, con crecimientos cercanos o superiores al 20% en las ventas en retail por e-commerce.
La necesidad, la urgencia, la subsistencia impuesta por la situación, han hecho que la creatividad aflore, replanteando ideas preconcebidas, pensando diferente, saliendo de la zona de confort a muchas empresas.
Es el caso de la digitalización acelerada motivada por el confinamiento de la población, estableciendo el teletrabajo como nueva herramienta de relación entre organizaciones y personas, rediseñando estas relaciones sin precedentes hasta el momento. Igualmente, en la situación de la pequeña hostelería, que ha adaptado su modelo productivo de proximidad y cercanía, utilizando nuevas tecnologías para seguir subsistiendo con el take-away, dando el salto a las redes sociales y medios digitales.
Es momento de ser creativos, de ser innovadores, y de seguir subsistiendo, mejorando, y pensando más allá de las ideas.
En este punto, donde la creatividad estalla, la innovación tiene que acompañar. No hay ideas malas o buenas, se trata de materializarlas de la mejor manera, para conseguir ese cambio, esa mejora, esa adaptación que permita seguir avanzando, distanciándose de la competencia. Una muy buena idea, ejecutada mediante un mal proyecto innovador, está abocada al fracaso.
Tenemos una oportunidad sin precedentes para establecer cuál será el modelo productivo del mañana, el modelo de sociedad que queremos para las futuras generaciones. La crisis sanitaria, ha motivado que los diferentes Gobiernos den un paso al frente, en esa necesidad de cambio, de adaptación, de resiliencia, estableciendo las directrices sobre las que innovar: Sostenibilidad, digitalización, igualdad, retos sobre los que debemos ser, más que nunca, creativos e innovadores.
Es momento, aunque sea por una realidad impuesta que no podemos controlar, de ser creativos, de ser innovadores, y de seguir subsistiendo, mejorando, y pensando más allá de las ideas preconcebidas y del entorno conocido: la mejor solución para pasar de un lado del río al otro, no siempre será un puente. Dejemos la mente volar, que la creatividad fluya, si queremos seguir progresando como sociedad.