La moda española, los ‘Next Generation’ y la guerra
España es una potencia internacional en moda, tanto por sus marcas como por la singularidad y la fuerza de sus empresas. Pero, en la actualidad, nos encontramos en un entorno de incertidumbre, debido a los efectos macroeconómicos acelerados por la guerra de Ucrania. Inflación, mercados cerrados, incremento de los costes de la energía eléctrica, del petróleo y de la logística añaden problemas y anormalidad económica. La situación va a generar gran impacto en las cuentas de resultados, que ya vienen de dos años de pandemia y una cierta hibernación económica.
El sector textil tiene un gran reto por delante. Por primera vez en su historia las 20.000 empresas que lo conformamos, de las que un 86 % son pymes y un 12 % son micro pymes, se han unido bajo un único organismo, el Observatorio Textil y de la Moda, para hacer frente común y abordar su transformación.
En Adolfo Domínguez nos hemos acostumbrado a navegar en aguas turbulentas y, sobre todo, a salir reforzados de ello. Hemos tenido que cambiar nuestro enfoque para pasar de un esquema mental de resiliencia, a un esquema nuevo y más adaptado a los tiempos, de antifragilidad. Las dificultades nos vienen bien para acelerar el cambio, adaptarnos y ser relevantes en la economía actual. Nos estamos transformando en una empresa del futuro, moderna y humana a la vez. En definitiva, sostenible.
Las dificultades nos vienen bien para acelerar el cambio, adaptarnos y ser relevantes en la economía actual.
Hemos puesto nuestro plan de impacto positivo en el corazón de nuestras decisiones. Tanto con la selección y certificación de materias primas, que es el core de nuestro negocio, como con muchas otras iniciativas que lo acompañan. Un ejemplo de ello reside en la renovación de las tiendas, diseñadas con criterios de artesanía y kilómetro cero. También, hemos desarrollado un proyecto denominado Vístete de árbol, que se centra en el diseño de prendas creadas con la marca TENCEL™ Lyocell, una fibra
La Unión Europea (UE) debate si establecer nuevos fondos que amortigüen los efectos de la guerra de Ucrania, la inflación y el desabastecimiento. Desde el Gobierno español se estudia si nuestra industria textil es o no merecedora de un impulso de modernización. Podría ser una oportunidad para atraer la instalación de nuevas tecnologías y plantas de reciclaje de ropa; para retener y aumentar el empleo. Un impulso hacia la sostenibilidad en la que nosotros ya confiamos.
Además, el nearshoring (traer la producción a cercanía) impulsaría la creación de nuevas plantas y la relocalización de procesos productivos que en su día se globalizaron. Existen grandes oportunidades si los fondos Next Generation se fijan en ello y la UE es capaz de afrontar la crisis bélica con nuevas aportaciones específicas. Una crisis encadenada, pero diferente a la del coronavirus.
Nos estamos transformando en una empresa del futuro, moderna y humana a la vez. En definitiva, sostenible.
Nosotros, que cumplimos 40 años de La arruga es bella y 25 años como empresa decana del sector en Bolsa, sabemos de la importancia de adaptarse a los tiempos. Nos ajustamos a los nuevos hábitos de nuestros clientes, por ejemplo, el aumento de la informalidad en el vestir y la vestimenta gender fluid, la forma en que llegamos al mercado (nuevas omnicanalidades como venta por WhatsApp y social life shopping), con nuevos rituales en las tiendas brick and mortar tradicionales, con más patronajes diversos por morfología y positividad de todos los cuerpos, con prendas certificadas que aseguran la trazabilidad y los sellos sostenibles.
España debe apostar por nuestro sector porque asegura y genera empleo en el país, demostrando su viabilidad y robustez, y porque genera marcas de aquí, marcas de país. Pero tiene serios retos por delante. Esperamos que el apoyo a nuestras empresas sirva para que se adapten a un entorno complejo, pero lleno de oportunidades.