Una recuperación que nos haga más resilientes
La recuperación tras la pandemia es un enorme reto al que se enfrentan la mayor parte de las economías mundiales. El final de la fase más aguda de la COVID-19 ha coincidido, además, con la invasión de Ucrania por parte de Rusia, que ha causado una devastación terrorífica y la muerte de decenas de miles de personas, así como efectos perniciosos en forma de inflación, escasez de materias primas y el agravamiento de la incertidumbre en los mercados globales.
A pesar de este lúgubre contexto bélico, que deseamos que termine cuanto antes, los planes para la recuperación económica, tras dos anómalos años de confinamientos y movimientos restringidos, permiten ver algunos de los caminos que se abren para las administraciones públicas, las empresas privadas y la sociedad en su conjunto. En primer lugar, como detalla este número 38 de UNO, la Unión Europea ha desplegado una inusitada cantidad de herramientas destinadas no solo a estimular unas economías convulsas, sino a acelerar dos procesos que nuestra actividad precisa con urgencia: una transición verde y una digitalización profunda. El plan Next Generation UE, con sus más de 800.000 millones de euros de inversión, será clave para aumentar la resiliencia de unas economías necesitadas de un respaldo sólido que les permita llevar a cabo reformas e inversiones que de otro modo habrían sido difíciles de emprender. Porque nuestro contexto político es tan complejo como el económico. Necesitamos recuperarnos y, al mismo tiempo, transformarnos.
El plan Next Generation UE, con sus más de 800.000 millones de euros de inversión, será clave para llevar a cabo reformas que de otro modo habrían sido difíciles de emprender
Como cuenta en su artículo Jordi Sevilla, estas complejidades no las pueden resolver por sí solos ni los gobiernos nacionales ni las empresas: “hace falta encontrar nuevos protagonistas y diseñar nuevas formas de intervenir en lo social —dice Jordi— capaces de hacer frente a unos retos que son globales y transversales”. Estos requieren una nueva forma de cooperación entre lo público y lo privado, que va más allá de los viejos enfrentamientos entre los gobiernos, las empresas y la sociedad civil. Estas tres patas, que son clave para el funcionamiento de las economías y las democracias modernas, deben aprender a cooperar de maneras nuevas, para crear la mejor regulación posible, ordenar las necesidades sociales, organizar estrategias que aseguren el crecimiento, el empleo y la sostenibilidad. Los asuntos públicos tendrán un importante papel de intermediación en esta nueva era. LLYC se ha puesto al día con la creación de una unidad de Proyectos Next Generation UE que, a sus actividades tradicionales de asuntos públicos, suma su comprensión del contexto con el fin de alinear las prioridades de negocio de las empresas privadas nacionales con los planes de la Unión Europea, del Gobierno de España y la Agenda 2030.
Este número de UNO presta una atención especial a esta nueva era en la que se encuentran España y Europa y aúna las percepciones que tienen de este proceso políticos y funcionarios con altas responsabilidades, empresarios y también los analistas y responsables de asuntos públicos de LLYC. Sin embargo, el proceso es global, por lo que también hemos querido ver cómo se desarrolla en otro espacio geográfico clave para LLYC, América Latina, donde la pandemia, el auge de los precios y la senda de recuperación están teniendo sus propias señas de identidad. “Aunque el horizonte no está totalmente despejado —dice en su artículo Gema Sacristán, del Banco Interamericano de Desarrollo— lo peor de la pandemia ha ido quedando atrás”. A pesar de sus singularidades, en América la recuperación será, al igual que en España y Europa, más lenta de lo previsto y requerirá esfuerzos adicionales.
En este número de UNO hemos querido reflejar: la necesidad de adentrarse con valentía e imaginación en una nueva era de cooperación entre los sectores público y privado
Las incertidumbres globales perduran, pero entre ellas empiezan a asomar algunas certezas. En este número hemos querido reflejar una de esas certidumbres: la necesidad de adentrarse con valentía e imaginación en una nueva era de cooperación entre los sectores público y privado, en la que alineemos las ambiciones de los sectores claves del tejido productivo y social con las “misiones” económicas que han planteado las instituciones públicas. Se trata de un reto inmenso, al que se suma la trágica presencia de una guerra, que hemos querido abordar con realismo pero también con dosis de esperanza. Son tiempos en los que debemos ser capaces de atraer y retener el talento, ayudar a los nuevos líderes emergentes, mejorar las capacidades y la empleabilidad de los ciudadanos y abordar enormes oportunidades —como señalan los planes Next Generation UE— en materia de investigación e innovación, para que las transiciones digital y climática sean justas, para modernizar nuestra estructura productiva y fortalecer nuestra seguridad e igualdad. Este número de UNO es una aportación a este complejo proceso y una llamada a todos los lectores para sumarse a este momento apasionante en el que debemos recuperarnos y transformarnos.