GANAR PERSPECTIVA para GANAR IMPACTO
Tal como describen las conclusiones de la investigación Future Leaders de LLYC, una nueva generación emerge, líderes que adoptan lo colectivo de manera diferente y que son pasionales en su expresión cotidiana, en su manera de comunicar sus puntos de vista, sus convicciones, sus reclamos. Es una generación que, confrontada con la realidad, plantea la necesidad de cambio en forma activa.
El escenario que enfrentamos como sociedad es cambiante y hay nuevas dinámicas que afectan a la intensidad y velocidad de las conversaciones, más allá de lo generacional. El nivel de información que tenemos es abrumador y en muchas ocasiones puede desorientarnos, haciéndonos perder perspectiva.
La urgencia de los cambios esperados genera un alto nivel de emocionalidad, emociones que por momentos pueden dar la sensación de que bloquean conversaciones necesarias. Se impone la necesidad de ganar perspectiva y entender las visiones de los diferentes actores que confluyen en nuestra sociedad, y así destrabar los diálogos necesarios para encontrar las soluciones que buscamos a las tensiones sociales que nos preocupan.
En este escenario y con esta confluencia de actores con diferentes perspectivas, emerge como una “brújula” que nos orienta en la acción una renovada búsqueda de propósito. Tanto los nuevos líderes, como las organizaciones de la sociedad civil, los gobiernos o las empresas logran ganar perspectiva en la búsqueda de su propósito, buscando impactos positivos para la sociedad.
Se impone la necesidad de ganar perspectiva y entender las visiones de los diferentes actores que confluyen en nuestra sociedad, y así destrabar los diálogos necesarios para encontrar las soluciones que buscamos a las tensiones sociales que nos preocupan
En ciertas ocasiones, la energía de los líderes del futuro se canaliza más en manifestaciones en redes sociales, en una suerte de activismo “circunstancial”, que puede ser tomado como declarativo, sin una traducción adecuada en acción para generar reales transformaciones de la realidad. Muchas veces nos encontramos con una brecha entre el decir y el hacer que nos cuestiona.
Pero podemos decir que el reclamo de cambio es escuchado por empresas y está motorizado por cómo nosotros, ciudadanos-consumidores tomamos decisiones cotidianas, en cómo manifestamos nuestras preferencias. Cada vez que elegimos uno u otro producto, movilizamos el mercado en uno u otro sentido. Esto no pasa desapercibido por los actores económicos.
En los últimos tiempos vimos emerger marcas definiendo y expresando su propósito en la búsqueda de una nueva conexión con sus audiencias. Sin embargo, el raid de verbalizar propósito, sin atarlo a transformaciones e impacto, puede traducirse de forma más vertiginosa en pérdida de sentido.
Un nuevo activismo determina la agenda de prioridades de la sociedad de una nueva manera. Un activismo que viene de la gente, que se manifiesta de forma renovada, pero que también se observa en las acciones (y reacciones) de los gobiernos. Esta dinámica entre activismo de la gente y activismo gubernamental genera tensiones que emergen de la sociedad, tensiones que se viven con ansiedad, de cara a la realidad y por su proyección a futuro. Es una dinámica que cuestiona el horizonte temporal en que se buscan las soluciones, y se traduce en una exigencia para las empresas de acelerar transformaciones.
Como respuesta a esta nueva realidad, hay algo muy potente que está pasando, algo que nos permite ser optimistas a la hora de pensar las soluciones a escala que necesitamos, y que busca responder a los anhelos de los líderes del futuro. En distintos países, y hasta a nivel global, están emergiendo coaliciones de actores múltiples, que se ponen un objetivo común. Coaliciones que buscan transformar la realidad, dejando atrás los temas competitivos, que salen de la trampa del “mínimo común denominador” en la que entraron muchas organizaciones empresarias, organizaciones que se quedaron en un modelo de gestión del pasado. Es un modelo de trabajo conjunto donde los esfuerzos se alinean para lograr cambios positivos para la sociedad, no para defender el status quo. Es una aproximación distinta a las soluciones, donde se busca ganar influencia social en forma abierta y que se motoriza en un aprendizaje compartido. Es una nueva forma de gestionar intereses, pero incluyendo a la sociedad. El foco que ponen estas coaliciones es diferente. Pueden ser para promover acciones para revertir el cambio climático, para proteger y restaurar la biodiversidad en nuestros ecosistemas naturales, o para lograr un crecimiento más inclusivo, pero en todas las ocasiones buscan informar a la sociedad sobre el desafío, se plantean abiertas a caminos alternativos de solución, y logran la apropiación por parte de un espectro amplio de actores. Es un modelo que refleja los valores distintivos que caracterizan a los líderes futuros, y los traduce en acción.
La irrupción de nuevos líderes es tanto en la sociedad en su conjunto como en las organizaciones sociales y empresas en general. Muchas empresas, influenciadas por sus nuevos líderes, o por líderes que escuchan y entienden lo que se plantea en la sociedad, se transforman en la búsqueda de una manera mejor de hacer negocios. Muchas de estas empresas son Empresas B, que buscan un triple impacto ambiental, económico y social, pero también hay un grupo de empresas internacionales, de gran tamaño que entendieron el desafío y están trabajando juntas en coaliciones a nivel global generando impactos positivos a escala.
Sin duda, la llegada de la nueva generación de líderes es una oportunidad para todos nosotros, es momento de acción, de esfuerzos compartidos. Hoy todos podemos ser parte y liderar el cambio. Cuanto mejor nos entendemos, hablamos mejor, y de nuestro diálogo surgen cosas buenas.
Ganar perspectiva nos ayuda a encontrar puntos de encuentro transformadores.