Ser HUMILDE, EMPÁTICO y AGENTE de CAMBIO: Una ECUACIÓN para el NUEVO LIDERAZGO
Al recibir la invitación de mis amigos de LLYC para escribir un artículo de opinión sobre el nuevo liderazgo, confieso que sentí frío en la barriga, un poco porque todavía me cuesta verme como “líder” y, en gran parte, porque se está viviendo un momento de transición, donde colectivamente estamos redefiniendo nuestros conceptos sobre lo que significa liderar.
Cuando inicié mi carrera unos 20 años atrás, el concepto de liderazgo reflejaba la realidad del mundo donde ese liderazgo se ejercía. El mundo en general tenía una mayor concentración del poder, el acceso a la información era limitado y los líderes eran bastante homogéneos. Siendo una persona de estilo casual y que demuestra fácilmente sus emociones, no encontraba mucha gente con características similares en posiciones de liderazgo con quien pudiera identificarme.
Hoy en día vemos surgir lideres diferentes. Líderes que son el producto de un mundo donde la velocidad del cambio es exponencial y donde la adaptabilidad es una competencia no negociable. Hay una gama más amplia de estilos de liderazgo y comenzamos a ver diversidad en los altos escalones. Los líderes con los que personalmente me identifico son aquellos que presentan, en su ecuación personal, un alto grado de humildad, empatía y son agentes de cambio. Al identificarme con líderes que transpiran estas características, trato de incorporarlas en mi jornada personal. Es un proceso de aprendizaje continuo.
Hoy en día vemos surgir lideres diferentes. Líderes que son el producto de un mundo donde la velocidad del cambio es exponencial y donde la adaptabilidad es una competencia no negociable.
Me gustaría compartir algunas ideas, referencias y ejemplos para tratar de aterrizar estos conceptos que pueden parecer abstractos.
Para mí, la humildad parte del autoconocimiento. Un gran líder con el que tuve la suerte de trabajar en Brasil, Helio Magalhaes, me enseñó la importancia de “saber lo que no sabemos”. Esto se tornó en un mantra, el cual me facilita evaluar en cada nuevo desafío cuáles son mis puntos ciegos; a formar equipos con personas que me complementan y se complementan entre sí, y a realizar mejores preguntas, sin miedo a ser juzgada. Hay un artículo del Harvard Business Review que me encanta (“In Praise of the Incomplete Leader”), en el que se describe -de forma muy práctica- cómo el autoconocimiento personal y grupal nos permite tener claras nuestras debilidades para poder trabajarlas e identificar cómo compensarlas. Existen herramientas como el Birkman Method, que brindan claves para profundizar en las fortalezas, comportamientos, motivaciones e intereses, individuales y de los equipos. Actualmente, estoy realizando un programa de Inteligencia Positiva, que me está ayudando a conocer mejor a mis “saboteadores” internos, a utilizar la perspectiva del “sabio” interno para fortalecer las emociones positivas y, principalmente, a tener más empatía conmigo misma.
Precisamente, refiriéndonos a la empatía, esta competencia clave de la inteligencia emocional es muy importante en todas las facetas de nuestra vida pues nos permite colocarnos en el sitio del otro, entender sus reacciones y escuchar de forma activa, sin juzgar. En un líder, esta aptitud es fundamental para generar espacios psicológica y emocionalmente seguros, donde se fomente la creatividad y la conexión a través de un propósito común. Algunos libros que me han llevado a profundizar sobre el poder de la empatía y lo que significa su presencia (o ausencia) son: “Far from the Tree” y “Wired to Care”.
En 2017, inspiradas en el libro “Give and Take”, mis colegas de Recursos Humanos me acompañaron a crear una experiencia en la que trabajamos en la empatía como competencia clave para el éxito de nuestra área. Decidimos que el trabajo debía ser vivencial y -con el apoyo de Make-A-Wish– implementamos un programa donde todas las personas del equipo fuimos entrenadas para convertirnos en “hadas” y “genios”. Nuestra misión era entender y realizar los sueños de niños que estaban enfrentando enfermedades que ponían su vida en riesgo. El proceso de descubrir el sueño de los niños, entendiendo profundamente lo que ellos deseaban, sin proyectar nuestros deseos ni los de la familia, es un proceso que nos enseñó realmente lo que la empatía significa y nos llevó totalmente fuera de nuestra zona de confort. La experiencia fue transformadora en muchos niveles. El proceso de conexión con nuestra realidad en el trabajo fue desafiante por la intensidad de la experiencia, y generó resultados bastante positivos en todas nuestras métricas de clima laboral.
La empatía nos impulsa a ser agentes de cambio. En Citi tenemos muchos ejemplos de líderes que utilizan su propia plataforma para fomentar transiciones en la sociedad, con convicciones claras y postura firme. Un ejemplo que me enorgulleció muchísimo fueron las declaraciones de nuestro CFO, Mark Mason, luego de la muerte de George Floyd en Minneapolis. En el ambiente de trabajo, el racismo es un factor que inutiliza talentos y eso, para el crecimiento humano, profesional y económico, resulta una barrera preocupante. Es importante mantener un diálogo constate sobre la riqueza que generan los orígenes diversos y asumir una posición activamente antirracista para fomentar cambios. Otro ejemplo, impulsado por nuestra Presidenta Jane Fraser, fue la educación y concientización a todos nuestros colaboradores sobre los sesgos inconscientes por la Dra. Mahzarin R. Banaji. La Dra. Banaji nos ayudó a reconocer la prevalencia de los prejuicios no conscientes y su impacto en la generación de grandes y pequeñas inequidades. Reconocer que todos los tenemos es la base para poder trabajarlos y evitar que guíen nuestras decisiones.
Es importante mantener un diálogo constate sobre la riqueza que generan los orígenes diversos y asumir una posición activamente antirracista para fomentar cambios.
Inspirada en estos ejemplos y utilizando nuestros valores corporativos como cimientos, trabajo para crear conciencia interna y externamente sobre el valor de tener ambientes cada vez más diversos e inclusivos, donde cada uno pueda ser la mejor versión de sí mismo. Este es el privilegio que me da el nuevo liderazgo.