UNO + 1 Entrevista de José Antonio Llorente a Antonio Garamendi
P. Son ya muchos meses con la pandemia condicionando nuestro día a día. Está claro, Antonio, que la situación que sufrimos también os ha situado a vosotros, a los líderes empresariales, ante un reto sin precedentes. ¿Cómo valoras la gestión que estáis haciendo?, ¿crees que responde a lo que demanda la sociedad?
R. Creo sinceramente que esta crisis tan dramática está sacando lo mejor de cada uno. Pero también está sirviendo para que todos seamos conscientes de cuál es el papel de las empresas en la economía y en la sociedad.
Desde la gestión particular de cada negocio, en la que por cierto todas las empresas están haciendo lo máximo posible por mantener la actividad y el empleo, hasta los acuerdos a los que estamos alcanzando las organizaciones empresariales en el marco del diálogo social, lo cierto es que los empresarios hemos asumido, más conscientes si cabe, que somos el motor de la economía.
Esto se vio claramente durante la cumbre que celebramos en CEOE el pasado mes de junio, donde el mensaje principal que se trasladó fue que las empresas somos parte, si no la piedra angular de la recuperación, y que asumimos y queremos liderar la salida de la crisis, porque nuestro fin último es el bien común. Si nos va bien, nos irá bien a todos, que es nuestro objetivo prioritario
En ese sentido y por resumir, creo que los empresarios están donde las circunstancias les exigen y cuando pasen los años y miremos hacia atrás nos daremos cuenta de que estuvimos y cumplimos con la sociedad cuando nos necesitó.
P. Me imagino que, como líder empresarial, ya puedes extraer algún aprendizaje con lo vivido y sufrido hasta ahora, ¿con qué enseñanzas te quedas?
R. Muchas y muy importantes, porque esta coyuntura nos está poniendo como decía en primera línea de fuego y nos exige respuestas y resultados. Acertaremos o fallaremos, pero de todo ello aprenderemos.
Algunas de estas enseñanzas son claras: el líder se muestra y juega un papel fundamental en entornos de cambio y de crisis, como los que estamos viviendo. Su papel se centra en su labor por transformar y poner a las personas en el centro. El líder debe saber movilizar desde las emociones, conseguir impulsar acciones y adaptarse a las necesidades de la sociedad.
Creo que un ejemplo claro de esto ha sido la negociación de los expedientes de regulación de empleo (ERTEs). Es algo que los empresarios acordamos el pasado mes de marzo con los sindicatos antes de ir a la mesa de diálogo social con el Gobierno.
Ideamos y después pactamos, y el resultado ha sido una red de seguridad en la que de momento hemos hibernado a muchas empresas y empleos con el deseo de que pronto vuelva la normalidad y hayamos podido salvar a cuantos más mejor.
Otra enseñanza es que no nos podemos quedar parados esperando a que lleguen las soluciones, el líder tiene un papel proactivo. Cuando la pandemia golpeaba con mayor virulencia pedimos test masivos, poder hacer PCRs en las empresas… pues bien, eso ahora está dentro de lo cotidiano y nos está ayudando mucho a la hora de mantener la seguridad y la salud en las empresas e incluso de ejercer de rastreadores.
Pero si con algo me tengo que quedar es con la vocación de servicio a la sociedad. El liderazgo empresarial trasciende a las cuentas de resultados y en ese sentido nuestras empresas han hecho un despliegue de solidaridad en los últimos meses ejemplar, transformando su producción para suministrar material sanitario, por ejemplo. Han cubierto las necesidades sociales, de las que también nos sentimos responsables, al poner en práctica los valores empresariales.
P. Hace tiempo que se habla de la crisis del liderazgo tradicional y esto se ha hecho más evidente con la irrupción de la COVID-19. ¿Compartes la idea de que esta pandemia ha acelerado la demanda, por parte de la sociedad, de nuevos modelos de liderazgo?
R. En efecto, del mismo modo que no es lo mismo la autoritas que la potestas, no es lo mismo dirigir que liderar desde la responsabilidad y la colaboración. Quiero decir que, el liderazgo clásico sobre una jerarquía rígida ya no tiene cabida en el mundo actual, en el que las personas tienen voz y necesitan hacer uso de ella. El líder canaliza ahora esas voces. En los nuevos modelos de gestión la participación es fundamental y el líder es una figura inspiradora y capaz de obtener el mejor resultado, por decirlo de una manera gráfica, de abajo a arriba. Sin duda la estructura de las empresas ha cambiado, los organigramas, las formas de organización… necesariamente hay que adaptar las formas de capitanear todo eso.
P. En LLYC hemos publicado recientemente un informe cuyo objetivo ha sido anticipar cómo serán los líderes del futuro. Tú tienes mucha experiencia, eres una voz autorizada al estar al frente de la principal organización empresarial de España, ¿qué consejos o recomendaciones les darías a estos jóvenes?
R No creo que sea yo quien tenga que dar consejos, porque de verdad que si de alguien hay que aprender es de las futuras generaciones, que vienen de pasar una crisis económica de 2008 tremenda y ahora están lidiando con esta pandemia. En cualquier caso, y pensando más en mi etapa como fundador de la organización de jóvenes empresarios del País Vasco, creo que en el futuro va a ser necesario, más que nunca, la pasión por lo que uno hace y el optimismo. El líder tiene un papel de consenso, facilitador, que da valor y pone el foco en lo que nos debe mover, y les deberá mover; la posibilidad de hacer algo por la sociedad. En estos momentos en los que la comunicación es una herramienta muy potente, en el que la digitalización está acercándonos cada vez más, incluso en momentos de aislamiento, creo que es el momento de asumir como propios objetivos colectivos. Creo que el mundo del futuro va a ser más emocional, donde el líder ejercerá su papel con pasión.
P. Una de las características de estos líderes del futuro es el alto nivel de compromiso que muestran con lo colectivo. El estudio demuestra que sus acciones promueven el sentido de comunidad. De hecho, parece que las compañías que han salido más reforzadas de esta crisis son las que han reforzado su compromiso con la sociedad. Es evidente que el “activismo de marca o corporativo” se ha visto impulsado, que hay otra forma de mirar por parte de las empresas ¿no?
R. Yo creo que lo ha puesto a prueba. Ese activismo de marca es lo que hemos venido llamando la responsabilidad social empresarial, eso que hace una década o más parecía una cuestión estética, una herramienta de marketing, y que ya es algo que está en el ADN de la mayoría de las empresas. Es algo que se refleja en los organigramas, por ejemplo. Pero, sobre todo, es un elemento de competitividad, porque la responsabilidad empresarial es algo que los ciudadanos nos demandan en un momento en el que además tenemos por delante el reto de asumir como propios en nuestras empresas los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de Naciones Unidos.
Dicho esto, en efecto, esta pandemia nos ha hecho ver todo con unos ojos más humanos y solidarios y, en este sentido, se ha demostrado que esa nueva forma de mirar de las empresas ya estaba ahí, de ahí su capacidad para gestionar del modo más responsable la crisis.
P. Otra de las características del nuevo liderazgo es su elevado componente digital. El papel de los líderes empresariales en las RRSS, ¿tiene que cambiar?, ¿es ya inevitable que estemos presentes en las redes?
R. Es un tema que entra también en la esfera personal. En mi caso, estoy presente en las redes sociales como presidente de CEOE y creo que es una forma más de dar visibilidad a nuestras acciones y de aportar transparencia. También es un canal muy directo para trasladar cuestiones, que quizás no es posible abordar con la suficiente humanidad a través de los cauces habituales de la comunicación. Soy un convencido de la cercanía con las empresas y los ciudadanos, aunque ello nos exponga en muchos casos a las críticas.
P. La generalización del teletrabajo es otra de las consecuencias de esta pandemia. Aquí, ¿qué opinas? Esta forma de trabajar, ¿influirá en la forma de liderar y gestionar los equipos?
R. Venimos diciendo en CEOE desde el inicio de la pandemia y la expansión del teletrabajo que ha llegado para quedarse pero que lo más adecuado quizás sea pensar en un modelo mixto en el que, si bien podamos beneficiarnos todos de las ventajas del trabajo a distancia, como puede ser todo lo que aporta en el camino hacia la sostenibilidad; también conviene mantener el contacto que se produce en los centros de trabajo. Es fundamental. Es una forma de generar equipos, culturas empresariales y, por qué no, es una forma de evitar el llamado ‘efecto cabaña’ que por ejemplo sufren a largo plazo muchos trabajadores que desempeñan su trabajo desde casa y solos.
En ese sentido, creo que se puede liderar perfectamente trabajando a distancia, pero dando más espacio a la responsabilidad por parte del trabajador y basando parte del liderazgo en una mayor confianza en las personas.
Sin embargo, insisto en que en este contexto actual en el que como decíamos antes, los líderes serán más empáticos, inclusivos, emocionales…lo que nos aporta el contacto personal con nuestros equipos para estar al día de nuestras empresas, de las necesidades de los trabajadores, es algo insustituible y en ese sentido, quien apueste con más intensidad por el teletrabajo, tendrá que buscar la forma de lograr en la medida de lo posible a esa cercanía.
P. Siempre has defendido al comercio, al grande y al pequeño. Sin duda, la pandemia y los cambios en los hábitos de consumo también han influido en este sector. En tu opinión, ¿debemos ser todos más solidarios ahora con nuestro comercio de barrio?
R. Debemos ser todos más solidarios con todos. El comercio de barrio ha sufrido durante la pandemia, sin duda, como muchos otros sectores para los que desde CEOE hemos tratado de lograr en el diálogo social con Gobierno y sindicatos medidas que aliviaran su situación. Sin embargo, al mismo tiempo que estamos en ese esfuerzo, hay que trabajar en otros frentes: atendamos a las medidas de seguridad sanitaria, hagamos test masivos, multipliquemos los rastreadores para que podamos ir a esos comercios con confianza. También es preciso trabajar para que los fondos europeos que están por llegar se empleen de la mejor manera posible, impulsando por ejemplo la digitalización de las pymes.
P. Recientemente, el FMI ha hecho unas previsiones muy negativas sobre la economía española. No sé si eres tan pesimista. La recuperación ¿va a tardar más de lo previsto?, ¿en qué bases crees que se tiene que asentar el relanzamiento de la actividad?
R. Es cierto que el FMI ha mejorado las previsiones para nuestro entorno, pero no para España. También que sus previsiones de crecimiento para este año son, por poner un ejemplo, algo más pesimistas que las que manejamos en CEOE. Sin embargo, creo que en un escenario de tanta incertidumbre las previsiones pueden cambiar y lo que nos queda es avanzar, seguir trabajando y tratar de conjurar todos esos pronósticos.
¿Cómo? En ese sentido, coincidimos con el FMI y con el Banco de España también. Hay que mantener los estímulos desplegados todo el tiempo que sea necesario para sostener el tejido productivo y el consumo de las familias. Para seguir manteniendo en pie la economía. Y de fondo, es imprescindible que hagamos un buen uso de los fondos europeos a los que me refería antes. Tenemos ante nosotros hasta 140.000 millones de euros para recomponer la economía. Cuando digo recomponer, no es solo reavivarla, sino dar lugar a un modelo productivo más industrial, más digital y más sostenible. Un modelo mejor, en el que la productividad crezca y nos permita generar más y mejor empleo. Tenemos la posibilidad de levantarnos y ser mejor. Por parte de CEOE, seguimos trabajando sin descanso en la Oficina Técnica de Apoyo a Proyectos Europeos para tratar de facilitar el acceso de las empresas que tengan proyectos en esa línea a estos fondos.
P. En tus últimas intervenciones te noto preocupado sobre la situación política, en concreto sobre el radicalismo en el que están algunos responsables. El nuevo liderazgo, ¿tiene que ser sí o sí más moderado?
R. En efecto, creo que nos sobra ruido y que la sociedad española lo que nos está pidiendo es que cojamos el timón con firmeza, focalizados en nuestros objetivos y que trabajemos hombro con hombro. Eso implica dejar los extremos a un lado y rebajar las tensiones, actuar desde la moderación y construir, construir y construir. Eso es algo que nos debemos aplicar todos, porque todos somos parte de la solución. Desde la clase política, hasta el ciudadano de pie y los empresarios. Hay mucho en juego como para seguir en la disputa y la crispación.
P. Desde el punto de vista personal, ¿cómo estás llevando esta situación tan anómala que nos ha tocado vivir? En caso de que las haya, ¿con qué cosas positivas te quedas de esta experiencia?
R. Obviamente, como un ciudadano más, es una situación incómoda, preocupante y triste en muchos casos. Pero tengo la oportunidad de aportar desde mi posición para que todo se vaya solucionando. Es una gran responsabilidad, pero al mismo tiempo un enorme privilegio poder servir en este momento tan crítico a nuestras empresas y nuestro país. Me quedo con eso y con la admiración por la sociedad española, que está resistiendo de una manera ejemplar todo lo que está ocurriendo. Cuando todo pase, que pasará, miraremos atrás y nos daremos cuenta de qué gran país somos. Si me tuviera quedar con un sentimiento, por todo esto que he dicho, me quedaría con el del orgullo ante lo que veo.