La reputación ante el cambio de valores, objetivos y contextos
Desde que nacemos buscamos certezas. En mayor o menor medida, nuestra naturaleza humana nos impulsa a sentir que tenemos la situación “bajo control”. La incertidumbre nos hace sentir débiles, frágiles, vulnerables.
No corren buenos tiempos para los cautos, los previsores, los prudentes. No es ningún secreto, y esto sí es certero y evidente, que la sociedad avanza cada vez más rápido. El desarrollo tecnológico, la manera de relacionarnos y comunicarnos, los valores morales, los ideales, las políticas y las organizaciones gubernamentales. Me atrevería a decir que en los últimos cincuenta años se han producido más cambios que en los últimos trescientos. Y aún hay más: si hasta ahora ya íbamos a una velocidad de vértigo, los últimos dos años han sido devastadores.
No corren buenos tiempos para los cautos, los previsores, los prudentes. No es ningún secreto, y esto sí es certero y evidente, que la sociedad avanza cada vez más rápido. Y si hasta ahora ya íbamos a una velocidad de vértigo, los últimos dos años han sido devastadores
La irrupción de la COVID-19 ha supuesto un punto de inflexión. Una crisis sin precedentes que puso el mundo patas arriba en todos los sentidos y en la que tomamos conciencia de la vulnerabilidad del ser humano. Han sido años difíciles para todos, también para las empresas, en los que hemos tenido que tomar decisiones desde la inseguridad, con dudas e inquietudes.
Cuando ya creíamos ver la luz al final del oscuro túnel, a las puertas del fin de la pandemia un nuevo suceso vuelve a sacudirlo todo: la guerra en Ucrania. Nuestro cuerpo, nuestras empresas, nos pedían serenidad, recuperar la tranquilidad y la calma, pero la invasión rusa ha vuelto a encender el estado de alarma. El conflicto bélico está trastocando la globalización comercial y financiera y, de nuevo, tenemos que gestionar una crisis estructural.
Nos encontramos en un entorno volátil, constantemente cambiante, en el cual la palabra “incertidumbre” está a la orden del día. Un término al que, de manera intrínseca, se asocian connotaciones negativas. Una opinión que no es compartida por la escritora estadounidense Maggie Jackson, de quien leía en una entrevista a la BBC: “La incertidumbre es maravillosa porque nos hace pensar mejor”. He reflexionado mucho sobre esta afirmación y, tras la experiencia vivida, he llegado a la conclusión de que es totalmente cierta.
Por ejemplo, en este contexto incierto, en Covestro nos enfrentamos a grandes desafíos globales, como el riesgo de que se interrumpa la cadena de suministros o el aumento de los precios de la energía, que nos obligan a imaginar nuevas maneras de hacer las cosas. En este sentido, estamos dedicando todos nuestros esfuerzos a impulsar uno de los elementos que consideramos indispensables para seguir avanzando por este camino: la apuesta por modelos de economía circular y por la digitalización. Es decir, ante el escenario actual de grandes desafíos e incertidumbre, estamos creando oportunidades históricas de cambio con las que contribuimos a construir un futuro más sostenible para todos.
Las compañías tenemos que ser rápidas, moldeables ante las nuevas circunstancias. Seguir anclados en procesos y metodologías estáticas es ir a contracorriente de lo que ocurre en el mundo. Tenemos que escuchar, entender y actuar. Por muy sólida que sea la reputación de una empresa, aquellas organizaciones que no sean capaces de adaptarse con agilidad corren un alto riesgo de dañar su notoriedad y prestigio.
Para poder hacer frente a una situación tan estresante, en los últimos años he aprendido que la palabra “resiliencia” cobra más sentido que nunca. Tenemos que ser pacientes, fuertes y determinantes.
Además, es clave realizar un buen análisis de la situación. Entender y estudiar el contexto y contar con información, tanto de expertos internos como ajenos a la empresa, son esenciales para no tomar decisiones prematuras que, sin duda, podrían afectar de lleno a la reputación y el negocio de la compañía.
Pero las decisiones hay que tomarlas rápido y aquí entra el último factor: la rapidez de reacción. En este caso, el que no se mueve, no sale en la foto. No podemos adoptar una actitud de impasibilidad ante una situación crítica. Nuestros stakeholders esperan respuestas y, para ello, tras la evaluación previa del contexto, debemos actuar lo antes posible y formar parte de la solución, adaptándonos una vez más a la nueva realidad.
Asimismo, para afrontar este futuro incierto, es fundamental construir una base sólida que nos permita estar preparados para el momento de la acción. En este sentido, nuevamente mi experiencia me ha corroborado la importancia de construir una buena red de aliados. Es de suma importancia tejer relaciones de forma continuada con diferentes organizaciones para poder apoyarnos los unos a los otros durante los momentos difíciles. En circunstancias complicadas no deben existir los individualismos, sino optar por una actitud colaborativa en la que prime el bien común.
Y un último imperativo: la humanización de las empresas. Las organizaciones estamos formadas por personas y este es justo el activo más valioso y el principal escudo protector de nuestra reputación. En un reciente informe de LLYC IDEAS se hablaba de “empatía corporativa”, un término que considero más que acertado y que traslada perfectamente la esencia, el corazón y el motor que debe mover a las empresas. Tenemos que ser empáticos con nuestros públicos, con nuestros stakeholders, poniendo el foco en las personas.
En resumen, ¿corren tiempos difíciles, inciertos y volátiles? Sí. ¿Las compañías estamos más expuestas y en una situación de fragilidad en comparación con años anteriores? Sí. ¿Estamos ante una coyuntura incontrolable y corremos el riesgo de perder parte de lo que hemos construido durante años? No. Me remito de nuevo a la entrevista a Maggie Jackson que apuntaba al inicio: “La incertidumbre es el trampolín hacia un pensamiento mayor”. Ante el momento histórico que estamos viviendo, tenemos la oportunidad de ser imaginativos y encontrar maneras distintas de hacer las cosas para continuar impulsando el avance de las sociedades actual y futura.