Cuatro caminos hacia una relación estratégica
El año 2023 será clave para relanzar la relación entre la Unión Europea y América Latina. La Presidencia española del Consejo de la UE, la necesidad de acelerar los procesos de transición energética y la lucha contra el cambio climático, así como la búsqueda de socios confiables en la defensa de la democracia, los derechos humanos y los principios contenidos en la Carta de Naciones Unidas, son factores que deberían impulsar el acercamiento entre ambas regiones.
En estas circunstancias, el principal desafío consiste en identificar la forma de aprovechar los elementos coyunturales para sentar las bases de una relación estratégica que se proyecte más allá del corto plazo. No se trata de un desafío sencillo, ni tampoco de uno con respuesta única, pero en la ruta hacia una relación estratégica hay cuatro caminos que no pueden dejar de recorrerse, pese a los obstáculos que se presentan en cada uno.
El primer camino es el político. Los encuentros periódicos entre las partes son fundamentales en toda relación saludable. Los ocho años transcurridos desde la última cumbre UE- Celac son a la vez evidencia y causa del deterioro de los vínculos entre ambos bloques. La Cumbre que se realizará en julio es una señal importante de la voluntad de ambas partes de remediar esta situación. Pero no podemos darnos por satisfechos con la sola realización de una Cumbre, ya que es crucial consensuar una agenda que le entregue continuidad al trabajo y que permita proyectar la relación hacia el futuro. Parte del camino ya lo tenemos avanzado pues, al menos a nivel iberoamericano, se han alcanzado ya importantes acuerdos en materias como digitalización, medio ambiente y seguridad alimentaria, que son clave para el desarrollo de la región y que bien podrían servir de base para una agenda birregional de futuro y convergencia estratégica.
Parte del camino ya lo tenemos avanzado. A nivel iberoamericano se han alcanzado importantes acuerdos en materias como digitalización, medio ambiente y seguridad alimentaria, que son clave para la región
El segundo camino es el comercial. Aquí también contamos con una importante base sobre la cual construir, pues América Latina y el Caribe son la región que posee la más densa red de acuerdos formales con la Unión Europea, siendo esta el tercer socio comercial de la región. El desafío en este ámbito, como bien señalara el Alto Representante Josep Borrell en la Cumbre Iberoamericana de Santo Domingo, consiste en mostrar que la relación comercial puede seguir siendo una fuente de progreso y que, por lo tanto, es de interés para ambos bloques impulsar el cierre de los acuerdos que se encuentran pendientes.
El tercer camino es el de la cooperación. La UE es el primer donante de ayuda oficial al desarrollo en América Latina y el Caribe. Sin embargo, es importante avanzar hacia una cooperación más flexible, capaz de evolucionar y adaptarse a los nuevos desafíos que enfrentan los países de la región y de seguir acompañándolos en su camino al desarrollo. Fortalecer la participación europea en iniciativas de cooperación triangular, incorporar nuevos actores y expandir el ámbito de acción de la cooperación, para que pueda impulsar inversiones en áreas clave para el desarrollo regional como infraestructura, digitalización y transición energética, son algunas de las medidas que podrían tomarse para reforzar el rol de la cooperación en la construcción de la relación estratégica birregional.
Finalmente, el cuarto camino es el de la inversión. Para superar los grandes desafíos que enfrenta la región es fundamental recuperar el crecimiento, y para impulsar el crecimiento se requiere de inversión. Europa es hoy el mayor inversor en América Latina y el Caribe. Sus inversiones en la región superan la suma de las realizadas en Rusia, China, India y Japón. Sin embargo, durante los últimos años los flujos han ido disminuyendo. Es de esperar que la nueva agenda de inversión que, en el marco de Global Gateway, estaría preparando la Comisión Europea, no solo impulse las inversiones de calidad, sino que sirva también para incentivar la transferencia de tecnologías y conocimientos, descartando así el fantasma de un nuevo ciclo extractivista. En todo caso, para el éxito de estas medidas será fundamental contar con el apoyo, la confianza y el compromiso de los empresarios, que están llamados a demostrar que son parte de la solución y no del problema.
Europa es hoy el mayor inversor en América Latina y el Caribe. Sus inversiones en la región superan la suma de las realizadas en Rusia, China, India y Japón. Pero los flujos han ido disminuyendo
Las condiciones para el establecimiento de una relación profunda y de largo plazo entre América Latina y el Caribe y la Unión Europea están encima de la mesa. Estamos en presencia de una gran oportunidad –y una gran necesidad de ambas regiones– de relanzar una relación bilateral más intensa, más horizontal y con mayor contenido. Nada justificaría, y por lo tanto resultaría inexplicable, que no se aprovechara en plenitud.